Caos en la ciudad

Iban a ser nueve meses difíciles. O más, porque ya se sabe que las obras casi nunca se acaban a tiempo. El arranque de las de la plaza de Europa provocó atascos, caos vial y, en general, gran enfado entre los gijoneses desde el mismo momento en que se cortó el tráfico entre Donato Argüelles y la avenida de la Costa. Decía EL COMERCIO, hace hoy 25 años, que ese día «los atascos esperados se cumplieron con creces y la densidad de vehículos en el tramo de carretera que pasa frente al Mercado del Sur fue solo el preludio de lo que después sería el caos, en las calles colindantes con las de la avenida de Álvarez Garaya».

También, claro, los autobuses tuvieron problemas. «La parada situada junto al ambulatorio de la Puerta de la Villa de la línea 1 se trasladó al otro lado de los jardines de Juan Alvargonzález, porque el recorrido tuvo que ser alterado». Además, 50 plazas de aparcamiento en la zona centro, difícil ya de por sí, fueron suprimidas. Y no era lo único. Para un plazo no muy lejano se cortaría definitivamente al tráfico la calle de José las Clotas, «que pasará a ser peatonal, y a integrarse en el proyecto urbanístico de la plaza». Los comerciantes comenzaban a alzar la voz. «Es necesario arreglar la zona, pero nueve meses me parece demasiado», opinaba Alfonso García Vaquero, propietario de Óptica Vaquero. Eugenia del Valle miraba con mayor preocupación a otra cosa. «El problema será el de la polvareda, porque en cuanto las máquinas empiecen a trabajar se nos va a ensuciar toda la ropa», Y eso, para el negocio en el que trabajaba -la tintorería Vit Sec- era latoso por demás.

No paraba de crecer Gijón, ya lo ven, pero eso también trae aparejados siempre innumerables problemas. Con o sin ellos, en la plaza de Europa -una superficie de 19.000 metros cuadrados, «incluidos los viales», se plantarían casi cuatro veces más árboles que los que tenía hasta la fecha, y se ubicaría «una zona de juegos para niños de unos quinientos metros cuadrados en lo que hoy se conoce como parque infantil». Eso, sin contar el aparcamiento subterráneo, aún por construir. La cosa iba para largo.

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