Capua: una calle sobre la muralla, que esconde una ciudadela
De aquí nace el barrio de La Arena: palacetes, lavaderos y ciudadelas insalubres gracias al derribo de la cerca
Andrés de Capua nació en 1820 y se le puso su nombre a la calle en 1888 (justo coincidiendo con el primer proyecto de Rodolfo Ibáñez). Fue alcalde-corregidor en Gijón y diputado en Cortes. Colaboró en su ciudad con el planeamiento del ensanche y el derribo de las fortificaciones que impedían el crecimiento de la ciudad. También se llamó calle de la Muralla, aunque ya hubiera otra.
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La primera manzana edificada del barrio de La Arena
La calle Capua comienza en la zona del paseo marítimo que se conocía como La Garita, donde luego se hizo, aproximadamente la escalera principal de acceso que fue sustituida en 1933 por la Escalerona. Se trazó tras derribar la muralla de cara al planeamiento del futuro ensanche decimonónico burgués de trama ortogonal. Siendo, curiosamente, una calle con disposición oblicua, para adecuarse al trazado de la cerca.
Recordemos que esa construcción palaciega de 1888, ampliada en 1898, no es un martillo. Con anterioridad a esta residencia unifamiliar de Alejandro Alvargonzález hubo unas infraviviendas llamadas «casas del Manquín», como cita el cronista Julio Somoza: insalubres, con mucha humedad y poca estructura. Ahí vivieron nombres propios como Modesto Montoto o el fotógrafo Joaquín García Cuesta, cuya importante colección se conservan en el Museo del Pueblo de Asturias; pero también en este edificio tuvo su consulta el doctor Aquilino Hurlé. Mismo edificio que eligió José Luis Garci para rodar escenas de algunas de sus películas con sede en Gijón.
Aquí se halla, en un estado ahora bueno, la ciudadela más importante de Asturias, la de Celestino Solar (1877), que ha sido finalmente museificada y restaurada y se encuentra gestionada por el Museo del Ferrocarril. Dentro de patio de vecindad hubo un pozo y enfrente un lavadero. La permeabilidad de la arena hacía contactar los pozos negros de las casas con el desagüe del lavadero y las arquetas de aguas fecales y pozos negros de los cercanos balnearios, lo que si se sumaba a la salinidad del agua: daba como resultado una calidad de agua totalmente desaconsejable. Las pésimas condiciones de salubridad y hacinamiento fueron una realidad todavía hasta 1987. En la década de 1980 y 1990 llegó a haber hasta cabras pastando en medio de la maleza.
La casa tapón con su característica reja se hacía habitualmente para disimular el callejón de la densificación y ocupación del patio, los propietarios inmobiliarios pagaban por metros de fachada vista, y así se ocultaban las 24 casitas de planta baja con 2 letrinas comunitarias al fondo de las dos hileras. Llegaron a vivir hasta 300 personas hacinadas aquí. Justo donde se hizo la letrina comunitaria había otra puerta con callejón que daba al paseo marítimo en los primeros tiempos.
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Filmaciones
Esta calle fue objeto del recorrido monárquico y de una importante grabación a comienzos de siglo XX. Algunos de los registros más antiguos conocidos de una filmación en Gijón se custodian en la Filmoteca de Cataluña y son del paso del rey Alfonso XIII por la calle Capua, en 1909, camino de la cárcel de El Coto para proceder a inaugurarla. Su autor fue Arturo Truan, quien hizo otras pioneras filmaciones más de Gijón. Nada que ver, pero por este pequeña vía también hubo carreras ciclistas locales en la primera mitad del siglo XX.
La hoy conocida como plaza de Romualdo Alvargonzález Lanquine está dedicada al director ejecutivo de la primera Feria de Muestras de Asturias, en 1924, que también lo fue de la de Sevilla. Todo este espacio es donde estuvo el convento de las Agustinas Recoletas después de irse de Cimadevilla (1842). Fue derribado por la gestora frentepopulista en tiempos de la República para crear espacios libres y lustros más tarde se construyó el primer mercado San Agustín, donde luego se hizo el centro comercial.
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Llegando a la plazuela de San Miguel, que se hizo, precisamente, sobre uno de los baluartes con forma de punta de estrella de la fortificación, hay un edificio verde, a la izquierda, de finales del siglo XIX que era propiedad de los condes de Mieres: los sucesivos herederos de Manuel Loring y Martínez de Heredia. Enfrente, en la esquina que da a la plazuela, donde García Rodríguez levantó ese trasatlántico racionalista náutico, que fue el primer rascacielos de Asturias y el edificio más moderno, hubo anteriormente un pabelloncito que era la farmacia San Miguel. ¡Nos vemos en las calles!
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