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Rafael Suárez-Muñiz, durante su charla en el Club de Regatas Pardo

Más de cien años de historia del pabellón del Club de Regatas

El colaborador de EL COMERCIO Rafael Suárez-Muñiz explicó aquel primitivo edificio que, de estilo modernista y de arquitectura del hierro y vítrea, era un pabellón de verano

Jueves, 16 de octubre 2025

Son 110 años los que han pasado desde que se construyera el primer pabellón del Real Club de Regatas de Gijón. Desde aquel entonces, la primera construcción física, fija y permanente de la entidad ha pasado por muchos procesos. Bajo la premisa de que el pasado 5 de octubre se celebró el Día Mundial de la Arquitectura y el 25 de septiembre el Día Marítimo Mundial, el geógrafo y colaborador de EL COMERCIO, Rafael Suárez-Muñiz, ofreció ayer una charla en el propio club sobre la evolución arquitectónica del edificio.

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En la Edad Media, el espacio donde se sitúa el pabellón era un terreno privado del Conde de Noreña. El cerro de Santa Catalina siguió siendo un terreno fortificado y militarizado hasta que en 1915, por orden real, se le entregó «de manera perpetua» al Real Club de Regatas, explicó.

Bajo la proyección del ingeniero militar Ricardo Echevarría, se inauguró en la temporada de verano el primer pabellón. De estilo modernista, de arquitectura del hierro y vítrea, era un pabellón de verano. «No tenía cocinas siquiera», indicó. «Eran unos constructos con cuatro paredes y un tejado». Curiosamente, a este pabellón «se permitió la entrada de mujeres». ¿La razón? «Era utilizado para bailes y banquetes que coincidían con alguna reforma o reparación. Aportaban el dinero del cubierto y daban propina. Las usaban como moneda de cambio», señaló el geógrafo. Además, al lado del primitivo pabellón, a su izquierda, se levantó una pequeña construcción, llamada coloquialmente por Suárez-Muñiz como «el anexo» que era la tercera parte del otro. Fue inaugurado en el año 1921.

Dinamitado en 1936

El siguiente pabellón que tuvo el Real Club de Regatas fueron los conocidos vestuarios, en 1931. Anteriormente, se situaba ahí el balneario La Cantábrica, que fue demolido en 1921, posibilitando que el club creciera hacia el sur. «Se trataba de un edificio blanco, racionalista, de forma semicircular y con ojos de buey», describió Suárez-Muñiz. Fue proyectado por el ingeniero Juan Manuel del Busto.

El primitivo pabellón de 1915 y los vestuarios fueron saqueados, incendiados y dinamitados por las milicias republicanas en 1936. Debido a que no había comunicaciones, hubo una reunión en las propias ruinas para rehacer el club y volver a construir el edificio que es el que hoy está en pie. La proyección del nuevo pabellón fue encargada a los hermanos Somolinos: Francisco y Federico. Quienes también se ocuparon de levantar la vecina iglesia de San Pedro. «Eran unos arquitectos con los que contó bastante el ministerio correspondiente que llevaba la sección de regiones devastadas que en la posguerra invirtió dinero para reconstruir todo el territorio nacional», explicó.

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Los hermanos arquitectos recibieron el encargo en 1939, fue proyectado en 1942 y estaba «prácticamente acabado» en 1944. Este edificio tiene unas características racionalistas con «ese torreón central y esos salones en rotonda y los ventanales semicirculares a modo de camarotes», ejemplificó. En el mismo se rodó una escena de 'Volver a empezar', de José Luis Garci, primer Oscar del cine español.

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