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«La directiva de la Unión Europea establece que ni se puede ni se deben evitar las avenidas»

R. MUÑIZ

GIJÓN.

Miércoles, 13 de enero 2021, 01:09

Ecologistas en Acción es quien ha propuesto a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) que se aplique en «educar en la incertidumbre y en la ... cultura del riesgo» a los vecinos de los ríos con charlas y debates en las zonas más castigadas. «La seguridad completa es una quimera», argumentan Eduardo Menéndez y Beatriz González, geólogos de la Universidad de Oviedo y miembros del colectivo.

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El pasado año, presentaron una serie de propuestas que la CHC se ha comprometido a incluir en su nuevo plan de gestión. Sostienen que además de concienciar hay que «activar mecanismos como los sistemas de seguros, que permiten prevenir y minimizar la vulnerabilidad frente al río».

Eso sí, asumen que contra la naturaleza no se puede pelear: «La directiva europea de inundaciones, aprobada en 2007, establece que no se puede (ni debe) evitar las inundaciones, pero sí minimizar sus efectos perniciosos, devolviendo su espacio a los ríos a través de medidas de ordenación territorial y de gestión adecuada de los territorios fluviales».

Hoy, los planes urbanísticos y viviendas deben contar con el visto bueno de la CHC, pero «en el pasado no ha sido así y muchas infraestructuras, industrias y viviendas han sido construidas en zona inundable», recuerdan los geólogos. Ese es el pasado que explica que hoy 2.312 gijoneses vivan en zonas de alto riesgo, y que en la misma situación se encuentren carreteras, depuradoras y otros equipamientos.

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La directiva comunitaria que ahora marca el camino insta a impedir nuevas urbanizaciones en zonas de desborde de ríos, pero también «aplicar medidas de retención natural del agua, recuperar meandros y bosques de ribera, eliminar o retranquear diques y motas y adaptar los usos a la inundabilidad, revisando los planes municipales de ordenación urbana y favoreciendo en las llanuras de inundación usos agrícolas compatibles», exponen los dos geólogos de la Universidad de Oviedo.

Bosques de ribera

El territorio ribereño así tratado facilitaría «procesos de embalsamiento e infiltración, disipando la energía de las avenidas y por tanto su capacidad erosiva», desgranan. «No puede haber mejor seguro para una población ribereña que sustituir un fenómeno -la avenida- por otro de menores efectos negativos -el desbordamiento- en áreas donde dé lugar a los menores daños y máximos beneficios».

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En síntesis, en vez de canalizar el río para comprimir su paso, se trata de dejarle espacio para que crezca y pierda fuerza. Para ello, ven clave mantener bosques de ribera que lo contengan.

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