30 AÑOS DE LA FORJA DE UN EMBLEMA

'Elogio del Horizonte', un icono de Gijón

«Una obra de nivel mundial que define una época». Diez escultores analizan el 'Elogio'. Escala perfecta, dominio del entorno, visibilidad, funcionamiento como plaza pública y sonoridad son algunas de sus mejores virtudes

Adrián Ausin

Gijón

Lunes, 8 de junio 2020, 19:14

Entre escultores, acaso las palabras se moldeen mejor y la valoración se envuelva en fundamentos teóricos de calado. Artistas que comparten con Chillida el privilegio de lustrar los espacios públicos gijoneses –en especial su litoral– aprecian en el 'Elogio del Horizonte' un cúmulo de virtudes que avalan sobradamente el reconocimiento de la pieza, que cumple tres décadas el próximo día 9. «Es una obra de nivel mundial que define una época. Su escala es perfecta. Se adapta a su entorno y lo mejora. Lo miras y ves que encaja perfectamente, visible además desde cualquier punto». La descripción corresponde a María Jesús Rodríguez, Medalla de Asturias 2019, quien señala que el 'Elogio' «funciona casi como una plaza pública al poder vivirse desde dentro» y tiene, además, algo que le fascina:«Cómo recoge el sonido del mar como una caja sonora que te mete todavía más en la escultura».

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La visión de la ovetense halla total comunión en el prisma de Pepe Noja, que mira al 'Elogio', frente a frente, desde su 'Solidaridad'. «Es una gran obra de arte, una expresión plástica de una riqueza enorme, una obra cumbre de un artista muy grande de nuestra época, con gran cantidad de recursos y resuelta con elegancia». Su descripción la culmina a la francesa: «Chapeau».

Contrapunto del 'Elogio'. José Simal

Desde sus mágicas 'Sombras de luz', Fernando Alba apunta cómo «ciertas propuestas novedosas crecen con el tiempo y van asentándose en el lugar y cogiendo un significado mayor». Recordar cómo fue recibido el 'Elogio' y tantos otros proyectos (él bien lo sabe) invita a «hacer una reflexión sobre la creatividad, que es una renovación y una sorpresa permanente, y cómo debemos tener la mente abierta». Y, dicho esto, apostilla:«¿Qué decir del 'Elogio'? Es sentirse envuelto en su ser, una experiencia sensorial importante. Tenemos la suerte de tener una pieza mayor de Eduardo Chilllida y una pieza mayor en sí misma. Bendito acierto, bendito momento», resume.

Miguel Ángel Lombardía analiza la pieza desde su 'Paisaje germinador' de La Providencia. «El hormigón armado con esa forma circular toma un espacio y lo acota para que el espectador confunda la obra y rompa el horizonte. Es un símbolo escultórico muy contemporáneo, donde Chillida se expresó con rotundidad». Adolfo Manzano lo define como «un contenedor de espacio que juega con el lugar y el entorno» y considera que la gente «sigue mirando más el hormigón que la verdadera intención de la escultura, que es la relación con el lugar y con el horizonte».

Treinta años después, el autor de 'Cantu los díes fuxíos' apela a su condición de docente para lamentar que el 'Elogio' «sigue sin conocerse debidamente debido a las lamentables leyes de Educación que seguimos sufriendo». Otra docente, Xana Kahle, habla de «un hito, un antes y un después en la ciudad. De alguna manera, es su símbolo y sirve para vender la ciudad;un valor turístico que se emplea para promocionarla». Y apostilla:«Visitarlo y escuchar cómo se refleja el mar en esa mole de cemento es algo muy impresionante».

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Francisco Fresno habla también de «un hito que va más allá de la parte visual de la escultura y el lugar por lo que tiene de simbólico y de identificación. Es un sello de Gijón, lo es para nosotros y lo es también hacia fuera como una señal de atracción». Juan Zaratiegui aplaude composición, forma estructural, proporciones y materiales; y alaba «el acierto del Ayuntamiento al convertirlo en un símbolo publicitario, pues Chillida es reconocido a nivel mundial como artista».

Herminio habla de obra «monumental e impresionante, magnificada por el lugar», muestra fascinación por el Chillida Leku y revela el orgullo de haber acudido a Arco con una galería que lleva también obras del autor vasco.

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Canónico marca el contrapunto. Admira, dice, los dibujos de Chillida, pero el 'Elogio' no logra emocionarle, acaso porque «una escultura no debe aglutinar al espectador». Excepción natural en mitad de un mar de alabanzas. 

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El arquitecto Diego Cabezudo hace un paralelismo con la controversia que vivieron la Torre Eiffel o el Guggenheim y el acierto, «fruto de la feliz ocurrencia de Paco Pol, que habla con Chillida y el escultor queda entusiasmado con la propuesta, ya que estaba buscando un emplazamiento y era muy difícil de encontrar un promontorio en la costa, pues los que había estaban ocupados». También resalta a «un alcalde muy receptivo a la idea». Así surgió el 'Elogio', que a punto de cumplir tres décadas disfruta de un aplauso prácticamente unánime.

Para María Teresa Álvarez, periodista y escritora, «no tiene nada que ver con el monumento megalítico de Stonehenge, pero siempre que lo contemplo me hace pensar en él». Dice que «la primera vez que visité la escultura me sorprendieron sus dimensiones y su solidez, a pesar de la ligereza de su línea, que parece querer irse en cualquier momento en brazos del viento». «Si te introduces en el interior te sientes protegida, y piensas en que los druidas de antaño se sentirían muy felices con un monumento como éste para elevar plegarias a sus divinidades».

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El director del FICX, Alejandro Díaz Castaño, apunta que «pasados los años y apagadas las polémicas iniciales, la escultura que Chillida consagró al horizonte visto desde el cerro se ha fusionado, de manera particularmente armoniosa, con el resto del patrimonio arquitectónico, artístico y cultural de Xixón». A su juicio, «también ha logrado trascender desde el punto de vista idiosincrático, en un periodo de tiempo relativamente corto. En días soleados transmite una suerte de ferocidad atlántica contenida, que nunca llega a desbocarse; en los días nublados, típicamente asturianos, dicha fuerza parece más calmada dentro de su robustez visual».

Para el librero, recientemente jubilado, Chema Castañón, es «como una capilla laica, que sustituye a la que existió en su momento. Es un culto a la naturaleza. Es panteísta. Un elogio a toda la naturaleza, al mar, al aire, a la luz». Y añade: «Te sitúas bajo el centro de la escultura y percibes el sonido del mar. Es como un gigantesco casco que se adapta a tu cabeza. Un cráneo gigantesco que se rinde ante la naturaleza».

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La galerista Gema Llamazares cree que «es una de las mejores inversiones que se han hecho para esta ciudad de cara a nuestra imagen. Una obra de una grandeza increíble». Se confiesa una enamorada de Chillida. «No hay mejor juez que el tiempo. Lo bueno permanece siempre».

El fotógrafo Pablo Basagoiti se refiere a la escultura como «un icono de la ciudad» y le gusta recordar una anécdota: «Cuentan que cuando Chillida estuvo en nuestra ciudad, le preguntaron que si se hacía un camino para llegar hasta el 'Elogio'. Dicen que él respondió que ese camino ya lo haría la gente al caminar hacia él. Y la prueba es que hoy hay una senda desgastada por los pasos de los caminantes».

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Para la historiadora y escritora Pilar Sánchez Vicente, «es muy curioso saber que donde se ubica ahora, en su momento estuvo la capilla de Santa Catalina. Creo que no prestamos la atención suficiente a lo que hay bajo ella». El 'Elogio' le sirve a la escritora Ángeles Caso para reflexionar sobre el paso del tiempo y los acontecimientos que marcan miradas vitales distintas. «Es un símbolo del pasado. Después de esta crisis va a cobrar una dimensión distinta, más ligada a los acontecimientos».

El escritor Francisco Álvarez Velasco escucha «el Cantábrico, como el farero de Cernuda escuchaba el aliento del mar. Y pienso en Chillida, que en los últimos años, azotado por el alzheimer debió de seguir buscando una brizna de luz en su cerebro para desentrañar el misterio de su poética del espacio». «Un punto de referencia para la mirada al mar» es lo que le sugiere a la escritora Laura Castañón. «Esa sensación de silencio cuando te introduces en él, cuando solo escuchas el movimiento del mar...», remacha.

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