El Festival Aéreo de Gijón rompe la barrera de la expectación
Los dos cazas del Ejército del Aire, el F-18 y el Eurofighter, juntos por primera vez en la cita, cautivan a las «más de 300.000 personas» que asistieron. El Grupo Paracaidista de la Guardia Civil realiza su primera exhibición pública en Gijón
Aficionados o simplemente curiosos. Todos con la vista puesta en el cielo. Sin pestañear. El Festival Aéreo de Gijón reunió esta mañana, durante tres horas y media, a «más de 330.000 personas», según la organización, en una jornada con «cero incidencias» respecto al plan de vuelo y que fue también perfecta en lo que a condiciones climatológicas se refiere, con los termómetros marcando 22 grados al mediodía, brisa ligera y cielo despejado. Un lienzo azul en el que las veinticuatro aeronaves participantes fueron dejando sus estelas. De todos los colores, desde el blanco habitual al azul y amarillo de la bandera de Asturias o el rojo y amarillo de la enseña española. Cumplía con esta diecinueve ediciones y, aunque algunos de los participantes de este año son viejos conocidos del público, el Festival Aéreo consiguió sin duda romper la barrera de la expectación.
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Y en parte, gracias a la presencia, por primera vez, de dos cazas, dos de las aeronaves más espectaculares, y atronadoras, del Ejército del Aire: un F-18 Hornet y el Eurofighter Typhoon, que regalaron entre las dos casi veinticinco minutos de maniobras inverosímiles.
Su aparición, surcando el cielo sobre la bahía de San Lorenzo, elevándose y cayendo en picado («meca, meca, que nos cae encima», se escuchaba entre el público), girando sobre sí mismos, realizando una maniobra de vuelo lento y, a continuación, sobrevolando el arenal a toda velocidad (tanta que primero se veía pasar el avión y décimas de segundos después se escuchaba el rugir de sus motores) fue de lo más aplaudido. «Por aquí estamos disfrutando un montón», reconocía también, a través de la megafonía, el capitán del F-18.
Energía que «se siente desde el aire»
Final en todo lo alto el que propició también la Patrulla Aspa, con sus cinco helicópteros EC120 Colibrí. Con más de 75.00 horas de vuelo a sus espalas, su primera exhibición fue en 2001 y su participación en el Festival Aéreo de Gijón es siempre una de las más ovacionadas. También lo fue esta mañana. «Vuestra energía se siente desde el aire», reconocía uno de los pilotos de la patrulla, asturiano, al público que se arremolinó a lo largo de todo el Muro, en la arena (aprovechando la bajamar) y el Cerro de Santa Catalina. Los mejores 'palcos' para disfrutar de todo un recital de maniobras, piruetas y exhibiciones aéreas.
Como es habitual, el Festival lo abrieron media docena de ultraligeros con base en el aeródromo de La Morgal. Con el público ya ávido de lo que estaba por venir, aparecieron como puntos lejanos en el cielo gijonés los tres primeros paracaidistas de la Guardia Civil, una unidad creada en 2019 y que eligió Gijón para realizar su primera exhibición pública. Con una bandera de España saltó sobre la playa de San Lorenzo Eli, la paracaidista de esta unidad con más experiencia (5.000 saltos).
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El primero, asturiano
A continuación fue el turno de la patrulla Papea, una de las habituales en el Festival Aéreo de Gijón. Con sede en la base aérea de Alcantarilla, Murcia, entre los diez saltadores que desplazó a Gijón para la ocasión se encontraba el cabo primero Rivas al que, por eso de ser asturiano, dejaron que fuera el primero en tomar tierra en San Lorenzo. A continuación lo hicieron sus compañeros. Tres de ellos lo hicieron agrupados y portando la bandera de Gijón entre el aplauso de los asistentes.
Así se ve el vuelo del Eurofighter desde la cabina del piloto
Los helicópteros tuvieron un protagonismo especial en esta edición. Sobrevolaron la bahía de San Lorenzo el AS365 de la Guardia Civil, el EC 135 del Cuerpo Nacional de Policía, el Sikorski SH 60 de la Armada, el Helimer Cantábrico y los tres aparatos de Bomberos de Asturias, que ofrecieron maniobras de rescate en la mar y de recogida y lanzamiento de agua, mediante el sistema bambi, para la extinción de incendios.
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Espectacular fue la doble intervención del piloto Camilo Benito, bicampeón de España en vuelo acrobático, que se marcó dos exhibiciones (a cual más impresionante) en dos aviones distintos: un Mudry CAP 10 y un Extra 300.
La exhibición aérea, que se desarrolló cumpliendo escrupulosamente los tiempos de vuelo previstos, se completó con la presencia de un avión histórico, un HA-200 Saeta, aeronave de entrenamiento a reacción y ataque a tierra de factura cien por cien española, que realizó su primer vuelo en agosto de 1955.
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Al final, la sensación que reinaba entre la organización era que Gijón había vivido «otra cita de excelente nivel», en una jornada en la que «todo el engranaje funcionó a la perfección» para que el espectáculo fuera perfecto e incluso meteorológicamente el día «fue magnífico, mejor de lo que se esperaba», comentaba Pablo González , director del Festival Aéreo, apenas unos minutos después de concluir la exhibición.
Él próximo año, «más impresionante»
Concluye la XIX edición y ya se piensa, y trabaja, para la del próximo año, que será especial porque se cumplen veinte años de Festival Aéreo de Gijón. «Ya estamos esbozando ideas, que serán interesantes, novedosas y atractivas», promete. «La Corporación municipal está muy volcada en ello», añadió el director tras agradecer el «excelente» trabajo de los varios centenares de personas implicadas en la celebración del Festival.
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En la misma línea, la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, aseguró que desde el Ayuntamiento «ya se trabaja» para que la edición de 2026 «sea todavía más impresionante». La de hoy «lució todo su potencial, con algunas de las aeronaves más emblemáticas del mundo», destacó.
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