Una familia coloca flores en un nicho del cementerio de Deva, en Gijón. Paloma Ucha

Gijón honra a sus difuntos en el Día de Todos los Santos: «Da alegría ver a tanta gente»

Los cementerios gijoneses recibieron a cientos de familias que acudieron a dejar flores y recordar a quienes ya no están

María Agra

Gijón

Sábado, 1 de noviembre 2025, 17:37

Desde hace casi 20 años, Natalio sube todos los sábados al cementerio de Deva para visitar a su mujer, María de las Angustias Rodríguez, fallecida en 2006. Da igual que sea «primavera, verano, otoño o invierno» o que «llueva o nieve». A sus 97 años –y pese a las sugerencias de sus hijos para reducir la frecuencia– no está dispuesto a abandonar la tradición, pero el de este fin de semana fue un sábado distinto. «Normalmente esto da pena, lo ves todo vacío y seco, pero el Día de Todos los Santos parece que se engrandece. Está más bonito y da alegría ver a tanta gente», expresó con una sonrisa serena.

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Como cada 1 de noviembre, los cementerios de Gijón volvieron a llenarse este sábado de flores, oraciones y reencuentros, donde el silencio compartido marca el compás de una jornada para recordar y venerar a los que ya no están. Por primera vez en estos 20 años, Natalio coincidió en el camposanto los familiares del matrimonio que descansa al lado de su mujer, una bonita casualidad que les permitió vivir la costumbre con una fraternidad casi innata. «Venimos todos los años. Ponemos las flores y estamos un ratito aquí, con ellos», relataron Pablo, su mujer Yolanda y su hija Sandra. Durante los 13 años que llevan yendo a visitar a los padres de Pablo, aproximadamente «cada uno o dos meses», nunca se habían encontrado y «siempre nos preguntábamos quién vendría a ver a la persona de al lado».

Sin embargo, hay quien prefiere adelantarse a la multitud y adecentar los nichos en los días previos a la festividad de Todos los Santos. Es el caso de Elvira González, que en esta ocasión tuvo que dejarlo para la fecha señalada para poder cumplir el ritual al lado de su hija. «Solemos venir unos días antes porque el mismo día hay mucha gente y me da más tristeza», reconoció, emocionada, mientras ponía flores a su marido.

Un rotulador para el epitafio

Cuidar los lugares en los que descansan nuestros difuntos es un acto de amor. Por eso además de las flores, los trapos para limpiar los nichos y las miradas clavadas en los nombres que jamás olvidarán, hay quien aprovecha también para dejar la lápida como el primer día. Como David, que con un rotulador indeleble y ante la atenta mirada de su mujer, Lorena, y su suegra, Trini, repasaba el epitafio que acompaña a su suegro: 'recuerdo de tus hijos y nietos'.

«Tenemos que repasar la inscripción dos veces al año porque da mucho el sol y se borra», comentó David. El 1 de noviembre lo viven «como un día normal». «Hacemos lo que se hizo siempre. Limpiar, dejar flores y dedica tiempo al recuerdo», indicó. «Aunque no somos de los que venimos una vez al año», añadió Lorena.

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El cementerio de Ceares –o El Sucu– también fue un constante ir y venir de familias este sábado. Entre velas y fotografías, recorrieron sus caminos deteniéndose ante los nombres de sus seres queridos, rindiendo homenaje a la huella que dejaron a su paso. Los aromas frescos y el murmullo constante fueron el fiel reflejo de que el recuerdo no se apaga y que, pese al paso del tiempo, las ausencias siguen presentes en el mundo terrrenal.

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