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Reloj de sol situado en los jardines del Museo Evaristo Valle, obra del ceramista sevillano Manuel García-Montalván. E. C.
Sabías que...

En Gijón hay ocho relojes de sol a la vista

Repartidos por el centro urbano y las parroquias, podemos contabilizar al menos ocho relojes: el único del casco urbano y cinco de ellos en Somió

Martes, 26 de agosto 2025, 01:44

Hace poco vivimos un apagón eléctrico, un colapso electrónico que supuso que nos desconectáramos del mundo. Así, tal como suena, ya que no somos nadie sin electricidad y lo hemos podido comprobar. Lo que sí que nunca nos faltará es algo tan simple como la luz solar, la del Lorenzo, la del astro rey; así era considerado el sol, como algo deífico, una deidad tan sumamente importantísima para civilizaciones como la egipcia, la griega, la azteca, la inca o incluso la hinduista. El sol es la mayor fuente de luz, de calor y por tanto representa la creación de la vida y del universo, está claro que sin sol no podríamos vivir.

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Tengan en cuenta que no hay nada menos falible que un reloj de sol, siempre que tenga el estilete o gnomon en buenas condiciones. Esta barrita señalará con la proyección de su sombra sobre el limbo o cuadrante (superficie plana marcada con las líneas horarias) la hora verdadera en la que vivimos al pasar el sol por el meridiano del lugar en el que estamos. Los relojes más perfectos suelen tener dos numeraciones horarias diferentes ya que requerirán de dos cuadrantes para diferenciar el horario de invierno del de verano. Hasta para la Marina de Guerra es fundamental calcular la posición y la altura del sol, con sextantes y astrolabios para saber la latitud y la longitud de su posición, de nada serviría marcar una ruta sin saber la posición de tu barco, lo más importante.

Como indica el arquitecto y patrón de embarcación Diego Cabezudo —quien ha sabido emplear en su profesión la astronomía—, deben saber que hay tres tipos de horas: la hora solar, donde cada lugar tiene una hora según los movimientos de la Tierra y su curvatura; la hora legal, es la hora del uso horario del meridiano de Greenwich adoptada y homogeneizada como la misma para todo su alcance, aunque abarca 7,5 grados para cada lado del meridiano, por eso puede haber un desfase máximo de 20 minutos en cada longitud y latitud, y la hora oficial, que sería la administrativa variable, en nuestro caso, por una o dos horas respecto al horario de invierno y verano. Por poner un ejemplo comprensible: un reloj de sol bien hecho, a las 11:00 hora solar nos indicaría las 13.00 hora oficial en verano.

El Rinconín. Otro reloj de sol donde la hora la marca nuestro cuerpo. Carlos Dávila

Dada su importancia os proponemos un paseo muy interesante por Gijón que nunca habrán hecho: la ruta de los relojes de sol. El primero de ellos es el de El Carmen, de fecha desconocida y el único del casco urbano, en el edificio de azulejo vidriado blanquiazul sito en la esquina de las calles Blanca de los Ríos y Salustio Regueral, por algo esta vía se llamó calle del Cuadrante hasta 1897. No hay nada de documentación oficial sobre este cuadrante ortomeridiano en los expedientes constructivos de la casa, pero en el siglo XIX debió de ser muy importante y habrá funcionado perfectamente hasta que dejó de entrarle sol por la altura de las edificaciones aledañas. Es un buen ejemplo de complejidad y perfección, ya que conserva la varilla metálica acodada; tiene números romanos con las horas y marcas con las medias horas, y en sus dos caras laterales tiene numeración romana (oeste IIII-VII) y arábiga (este 4-9) para el horario de tardes y mañanas.

En la parroquia de Somió nos encontramos nada menos que cinco relojes de sol. Uno de ellos analemático antes de llegar a La Lloca del Rinconín, en el suelo, con cubos de granito en semicírculo y un pedestal en medio con marcas de los meses donde, si te subes, serás tú el estilo que dé la hora con la sombra en cada momento del año. A día de hoy le faltan los números romanos, que eran piezas de bronce.

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El más antiguo

En la avenida Dionisio Cifuentes nos encontraremos una caja de metacrilato maclada en la arista izquierda de la portada de la iglesia de San Julián, efectuado por el inolvidable vecino Peche Amado, y otro entre las dos casitas tradicionales escondidas detrás de la administración de lotería, que era donde vivía Peche y se conocía popularmente como la «casa del reloj de sol». Es una casa tradicional asturiana realizada a partir de 1720 con el reloj trifonte hecho en esos mismos años —el más antiguo seguramente del municipio—; sus caras laterales también tienen varillas y marcas horarias numeradas como el de El Carmen (este 5-10 y oeste 2-7). Es una obra de arte labrada en piedra con abundante simbología sobre un escudo heráldico cortado por meridianos y paralelos, ya que también funcionaba como calendario solar.

Avenida Dionisio Cifuentes. Reloj de sol situado en la casa de Peche. Posiblemente, el más antiguo de Gijón. R. Suárez Muñiz

El cuarto reloj es el del jardín del museo Evaristo Valle, seguramente el primero que hayan conocido todos los niños y niñas de Gijón al ir de excursión con el colegio; un reloj del ceramista sevillano Manuel García-Montalván que se asienta sobre cuatro elefantes y debió ser hecho hacia 1929. Es una representación de la mitología hindú, la tierra como una plataforma circular sostenida por cuatro elefantes que se apoyan en el caparazón de una tortuga y en otra base circular de azulejería trianera con motivos florales y cinegéticos. La superficie del cuadrante posee un escudo de Sevilla en el centro. Por último, en la chimenea de otro chalet de Somió hay un reloj en placa de piedra con numeración romana.

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El Carmen. En la esquina de las calles Blanca de los Ríos y Salustio Regueral está el único reloj de sol situado en el casco urbano. R. Suárez Muñiz

Ya en Cabueñes, en la fachada trasera de la Escuela Superior de Marina Civil veremos un reloj realizado después de entregar Diego Cabezudo el edificio. Como hay profesores muy aficionados a la astronomía, y existe esta asignatura y la de horas y horarios: se le encargó esta pieza a Juan Manuel Vega Granda y se colocó, hacia 1990, en el machón de la derecha de la puerta. Al edificio de Emulsa efectuado por Juan González Moriyón en 2003, en Roces, se le puso un reloj vertical declinante sobre las losas de caliza blanca de su fachada siendo las marcas horarios efectuadas con listones de acero inoxidable, pero carece de numeración y de estilete.

¡Vaya insolación! Ahora sí que me van a permitir justificadamente mandarles a paseo. Abran los ojos y no se los pierdan.

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