No es frecuente encontrarse con una persona que tiene su 90 cumpleaños, ahí a la vuelta de la esquina, con la mente lúcida para rememorar ... su interesante paso por este mundo, aunque todo hay que decirlo, está en plena elaboración de su libro sobre semblanzas poéticas de medio centenar de personajes bajo el título de 'Les correríes de Xuanon'. La vida de Juan José Díaz González comenzó un 21 de enero de 1935 en lo que entonces era El Llano de Abajo, ahora avenida de Schulz. Fue el hijo único de Juan Díaz González, que trabajaba de esmaltador en la Fábrica de La Industria y Laviada, y su esposa Oliva Argüelles Jove, que colaboraba en la economía familiar haciendo bolsas de papel para las tiendas. Tuvo la suerte de estudiar en el Colegio Jovellanos con el laureado maestro don Manuel Martínez, cuando el centro estaba ubicado en el llamado Parque de Bomberos en la avenida de los Hermanos Felgueroso y recuerda a sus compañeros Manolo Díaz, Rogelio Llana, José Manuel Villanueva y al que luego fue exitoso pintor Urbano Cortina, entre otros. Pero a los 14 años ya comenzó a trabajar en la imprenta La Versal con José Manuel Lorenzo, que escribía firmando sus artículos y libros como 'Fernández del Humedal', luego siguió con la imprenta su hijo Tino Lorenzo. Tuvo la suerte de conocer a Arturo Muñiz Sopeña, que le llevó a trabajar en la imprenta La Comercial, cuyos dueños José Prendes Pando, Julio Maese, Benito González Castañeda y Ramón Suárez eran accionistas del diario EL COMERCIO. Tras un breve paso por la Imprenta La Industria y Papelería Flores, cumple el servicio militar en la Armada en las comandancias de El Ferrol y Gijón. Luego contrae matrimonio con la gijonesa Lolina González Naves, una buena modista de cuya unión nacen sus dos hijos Alejandro y Juanjo, y al cumplir sus 28 años, el propio Arturo Muñiz Sopeña le lleva a prueba a los talleres de EL COMERCIO cuando estaba entre las calles Santa Lucía y Corrida, para una vez demostrada su valía, ingresar definitivamente para trabajar en la composición de textos, donde confiesa que se sintió totalmente realizado, en tiempos de linotipia donde llegan a dar diez mil pulsaciones por hora y, al mismo tiempo, ampliar sus conocimientos culturales y literarios.
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Mas con ser digna de mención la trayectoria profesional en el mundo de la impresión de Juan José Díaz González, por ser testigo de la notable transformación de la composición de la imprenta y de la prensa escrita, no lo es menos la vida polifacética de nuestro personaje de hoy, ya que sin dejar de progresar día a día en el mundo editorial aún tuvo tiempo para estudiar música y formar parte de la Rondalla Covadonga, dirigida por Enrique Somoano y del quinteto Brasil. Su oído musical incluso le llevó a tocar el oboe en la Banda Municipal dirigida por Baldomero Álvarez Céspedes.
Y ya que nos referimos al arte, Juanjo Díaz, acompañado del conocido pintor Urbano Cortina, comenzó su andadura en el mundo del dibujo y la pintura al óleo, afición que nunca llegó a abandonar del todo, pues ha dejado su huella colaborando hace más de sesenta años con el artista Conrado Sabugo en la confección del 'Rapacín con gomeru' en lo que fue Calzados Chiqui, ahora considerado una reliquia, que pronto desaparecerá de la plaza de] Parchís.
Juanjo Díaz, no obstante, pese a tener los 90 años a punto de cumplir en enero y alguna que otra limitación física, su cerebro y sus ilusiones siguen intactas, como lo demuestra en sus constantes escritos sobre las semblanzas de conocidos personajes de las que ya tiene en su haber medio centenar, compaginando en ellas realismo, poesía, historia y arte.
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Afiches, carteles y postales
Ha participado en afiches o carteles dibujados con notable éxito en fiestas de parroquias y villas de media Asturias. No menos interesante es que llegó a dibujar y vender miles de postales durante las navidades, y de sus escritos basta leer un par de artículos para presagiar un éxito del que, por cierto, al igual que el resto de sus trabajos literarios, firma con el seudónimo Xuan de Veranes. Lo de Xuan es evidente y lo de Veranes viene por ser donde tiene su segunda vivienda de recreo y es donde pasa las mejores horas de su jubilación, que podemos calificar de jubilosa, pues entre escritos, dibujos, colecciones de miniaturas de medio mundo y su inquebrantable pasión por la filatelia, no solo por su valor crematístico, que ya es importante, sino porque la considera como fuente inagotable de conocimiento, Juanjo Díaz puede decir que vivió y vive haciendo lo que le gusta. Los lectores ya se habrán percatado de la imposibilidad de acarear en las paginas de un periódico toda la vida y obra de este hombre, Juanjo Díaz o 'Xuan de Veranes', y eso que casi nos olvidamos de que, en sus horas libres, si es que las tuvo, representaba a la empresa alemana Neneville, dedicada a fundición de letras en plomo para la impresión, por cuya actividad llegó a ser distinguido por la Asociación de Representantes de Comercio. Es obvio que nuestro personaje de hoy no ha tenido, ni aún tiene tiempo para perder el tiempo, y así le va. Aunque es muy posible que a su bienestar contribuya su fe y el que, en uno de sus viajes, aprovechó para ser bautizado en Palestina con aguas del mismísimo río Jordán.
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