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Javier Narbaiza sigue colaborando con la revista 'La Torre' después de sesenta años.
De Somió a Cimadevilla

Javier Narbaiza

El exalumno que volvió a la Universidad Laboral

Janel Cuesta

Gijón

Lunes, 29 de septiembre 2025, 02:00

Corría el mes de marzo de 1998 y el abogado Javier Narbaiza, con bufete en Madrid y accionista de una empresa inmobiliaria, se encontraba en ... viaje de negocios en Centroamérica, concretamente en Panamá, cuando le invitaron a almorzar en el restaurante de la Sociedad Española de Beneficencia, de notable prestigio en la capital panameña. Allí se encontró sobre una mesa varios periódicos, entre ellos La Voz de Galicia y el diario EL COMERCIO, muy solicitado, al parecer, por los asiduos a dicha asociación. Como es de suponer, ante la correspondiente y agradable sorpresa, no tardó un solo segundo en hojear las páginas de un periódico que le traía gratos recuerdos.

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Nuestro personaje de hoy había estudiado en la Universidad Laboral cuando tenía tan solo trece años y le vinieron a la mente aquellos años en los que su pasión por la lectura le llevaba a devorar de principio a fin todas las páginas del periódico. Pero la cosa fue a más cuando se encontró una noticia con fotos y a toda página, que la Universidad Laboral de Gijón cumplía 50 años del inicio de sus obras de construcción, y al mes siguiente se celebrarían varios actos con la participación de un buen número de antiguos alumnos». Acto seguido, con su corazón latiendo a gran ritmo, llamó a una agencia para que le gestionase el viaje de regreso a España. Según sus propias palabras, aquella noche no durmió dándole vueltas a sus recuerdos y solo pensaba en volver a pisar la añorada Universidad Laboral de Gijón.

Javier Domínguez Narbaiza, aunque en su época de estudiante siempre fue Narbaiza, nació en Soria el 24 de septiembre de 1950 y contaba en aquel momento con 47 años. Fue el primero de cuatro hermanos (tres varones y una mujer), hijos de Mercedes Narbaez Otadu, de Portugalete y su esposo, el soriano Moisés Domínguez del Castillo, técnico en concentración parcelaria del Ministerio de Agricultura. Sus primeros estudios fueron con las RR. MM. de Calasanz en Almazán y luego cursó el Bachiller hasta el tercer curso con los PP. Escolapios. Fue entonces cuando sus padres le convencieron de las ventajas de estudiar una carrera técnica en la Universidad Laboral de Gijón, a la que llegó con sus prometedores 13 años. Pero así como disfrutó de todas las ventajas tanto sociales como culturales que le proporcionaba su estancia en tan magnífico centro, pronto se dio cuenta de que aquello de los talleres y todo lo que abarcaban no era lo suyo, y se centró en la lectura, la literatura y dio rienda suelta a su pasión colaborando en la revista 'La Torre', pasando más tiempo en la biblioteca que en los talleres.

El resultado final fue que, pasados tres cursos, dio el gran disgusto a sus padres al comunicarles que dejaba la Universidad Laboral para estudiar Derecho. Así que con 17 años termina el Bachiller y PREU en los institutos de Soria y Madrid, para luego licenciarse en Derecho en la Universidad Complutense, donde a continuación obtuvo las licenciaturas de Filosofía y Letras, finalizando con otra de sus pasiones, Ciencias de la Información, mientras colaboraba en varios periódicos y revistas de la Universidad. Al mismo tiempo opositaba al Cuerpo de Técnicos de la Seguridad Social, donde trabajó hasta los 32 años, para, previa excedencia, abrir su bufete de abogado en la capital de España con otro compañero, el abogado José Luis Utrera Gutiérrez. Ejerció la actividad hasta cumplidos los 70 años de edad.

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Entretanto, Javier Narbaiza, nuestro interesante personaje de hoy, ya había contraído matrimonio con Belén Fernández y Fernández, de cuya unión nació su hija Jimena, que siguió los pasos de su progenitor en la abogacía, especializándose en extranjería, con notable éxito, también en Madrid.

Y volvemos al mes de abril de 1998, cuando Javier Narbaiza viene a pisar la Universidad Laboral después de 32 años y se encuentra con algunos de sus compañeros de estudios, muchos de ellos ya irreconocibles, pero recordando aquellos cuatro años en los que, no obstante convencido de que la mecánica no era su vocación, logró sacar adelante los estudios de oficial industrial, dejando la Maestría para otros. La educación, los buenos hábitos y la camaradería, junto con el reconocimiento a los profesores de grato recuerdo, seguían en su mente y en su vida, a pesar de estar en otro mundo. Y sin olvidar su admiración por los Padres Jesuitas Valentín y Patac de Las Traviesas, que menciona constantemente.

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Sin abandonar su profesión, Javier Narbaiza escribió guiones para la televisión y ha publicado siete libros sobre temas de historia y experiencias personales, aunque quizá el de mayor éxito fue el que tuvo su origen en este relato bajo el título 'El día que volvimos a la Universidad Laboral' que, además de reencontrarle con su pasado, es una amplia y documentada historia de las universidades laborales en toda la nación. Nuestro personaje de hoy, ya jubilado, reparte su tiempo entre Madrid y Gijón, después de comprar un piso junto al Muro de San Lorenzo y formar parte de la Asociación de Antiguos Alumnos, colaborando asiduamente en la revista 'La Torre'. Igual que hace sesenta años, cuando ayudaba a los compañeros a escribir las cartas a sus padres, a él le solucionaban los problemas de matemáticas y, entretanto, aún quedaba tiempo para la música, el deporte, la literatura y para no perderse ningún partido los domingos en El Molinón.

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