El misterio de la alcantarilla
Los supuestos lamentos de un niño procedentes del subsuelo de la calle de Santa Lucía generaron gran revuelo en la ciudad
Martes, 3 de enero 2023, 00:20
La cosa, de haber sido real, era de lo más preocupante. Calculen, si no: hace ahora 125 años, anunciaba EL COMERCIO que hubo de personarse ... en la calle de Santa Lucía el juzgado de primera instancia, ante las denuncias recurrentes a la guardia urbana que allí, y procedentes de una alcantarilla, se escuchaban los lamentos de un niño. Lloros, sollozos, gritos o como fuera, la cuestión es que el sargento, señor Remis, no tuvo más alternativa que dar cuenta al juez de turno. Y que este, recuperándose aún de la masiva ingesta de dulces que se presuponen para el Año Nuevo, ordenó «proceder al levantamiento de las losas que cubren la alcantarilla», así como también «la demolición de parte del excusado de una de las casas de dicha calle».
Y de nada sirvió. Acometidas una y otra cosa, resultó no haber rastro alguno de ningún niño llorón. «Aunque hay vecinos que juran y perjuran que han oído distintamente el lloro de un niño», dijimos, «nosotros, que hemos procurado informarnos minuciosamente del origen de este suceso, podemos dar de él la siguiente explicación, por la que se ve que no hay tal llanto, ni semejante niño muerto». Sucedía, que «al sacar agua de la fuente de uno de los pisos de la casa referida, se produce cierto ruido extraño, causado por el aire que se introduce en la cañería; este ruido se origina casi siempre que se abre la llave de la mosca, y es parecido, cuando se escucha de cerca, al graznido de un ave de rapiña».
Cuando se escuchaba de lejos, «atenuado por la distancia que tiene que recorrer y por los obstáculos que halla en su camino, fácilmente puede confundirse -con un poco de fantasía- con el quejido de una criatura». De aquellos polvos, estos lodos, y la imaginación popular haciendo aguas. No se pudo, eso sí, evitar la aglomeración de curiosos alrededor de la alcantarilla en cuestión, «que comentaban el caso al sabor de la boca, y que propusieron varios medios para dar con el niño del arcaduz. Entre otros, el coger una caña de pescar, poner en vez de anzuelo un biberón y meterlo por el conducto del retrete, a ver si el 'neñu' picaba». ¡Qué imaginación!
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