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Este pabellón, ubicado en el jardín del caserón trasero, fue la primera sede del Banco de Gijón. 1899. Vídeo: Diego Abejón
Los secretos de las calles de Gijón

Munuza: saque dinero, no se siente

La calle del cuñado del rey Pelayo ha tenido la mayor concentración de bancos de la ciudad

Sábado, 18 de octubre 2025, 00:00

Resulta curioso que después de 200 años esta corta y medianamente estrecha calle siga teniendo un papel estratégico y complicado de descifrar en materia de circulación, ya que es protagonista de eso que llamamos el slalom de Munuza con Domínguez Gil, un importante zigzag que se va estrangulando cual cuello de botella al enfrentarse con San Bernardo. De hecho, seguramente, el futuro de la fluidez de la movilidad y del soterramiento del muro pase por prolongar el túnel bajo las zapatas de Munuza y sacar los vehículos pasada la plaza del Carmen o en la del Humedal.

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Pero, dejémonos de preámbulos sobre el futuro y vayamos a desgranar los secretos de esta calle dedicada a Munuza, el mismo que también vino a nombrar la inmediata de Los Moros. Munuza era el general árabe que vino a combatir a Asturias y acabó siendo el cuñado del rey Pelayo.

La medianera se derribaría para construir ahí el edificio de Telefónica. La casa de tres alturas y la cupulada de detrás se derribaron para ensanchar Munuza. Fecha: 1920. Foto: Constantino Suárez. MPA.

Si entramos por San Bernardo nos vamos a encontrar ya dos cosas curiosas. En el primer piso del edificio de la izquierda, que fue proyectado por el maestro de obras Pedro Cabal en 1898, José Ramón Muñiz y el arquitecto Jovino Martínez abrieron una sala de arte llamada Munuza UNO en 1989, aunque tuvo una vida efímera. En el mismo inmueble que albergó durante decenios la droguería Asturiana.

En el edificio cupulado proyectado por Luis Bellido en 1901, donde ahora está Opencor y años atrás fue la oficina de Correos central y la Agencia Tributaria, estuvo, desde 1925, la emblemática tienda Almacenes Simeón y encima vivía el fotógrafo Gonzalo del Campo y del Castillo con su mujer Lourdes Díaz-Laviada. Al edificio se le conocía como «la casa del probón». Esta parcela con fachada a tres calles era de la familia Suárez Infiesta (propietaria de dos balnearios) y allí había una casa, una panera y un pozo antes de hacer este inmueble palaciego promovido por el acaudalado indiano Gumersindo García Cuervo, cuyas iniciales cuelgan de la cornisa en una docena de cartelas y también destacan las bajantes incrustadas en la fachada.

Si entramos al Opencor encontraremos dos secretos interesantes: los pilares de fundición sobre los que se asienta el edificio, hechos en La Unión Industrial de Oviedo y los mosaicos de teselas del artista gijonés Antonio Suárez (mismo autor del paseo de los Álamos del parque San Francisco).

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El café Alcázar y la calle Munuza ya ensanchada con la medianera de Casa Rato. Fecha: 1968. Foto: Gonzalo del Campo. MPA.
El nuevo edificio del Banco de Gijón en construcción con estructura enteramente de hormigón armado. Fecha: 1902.

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En la manzana siguiente, sin cambiar de acera, había un caserón con un jardincito dando a Munuza. Fue ahí donde se construyó un pabellón neoclásico que fue la primera sede del Banco de Gijón, esa SA de crédito creada por Florencio Rodríguez, el 20 de octubre de 1899, abrió sus puertas en febrero de 1900 y en la década de 1960 albergó el comercio Guante Varadé. En 1902 se le encargó nuevamente a Bellido la proyección de uno de los más impresionantes edificios del eclecticismo asturiano para ser la sede definitiva del banco presidiendo la esquina con Moros y la plaza de Florencio Rodríguez. El Banco de Gijón también confió en El Comercio para anunciar su servicio de alquiler de cajas fuertes desde el verano de 1903. En este haussmanniano edificio vivió y murió e pinto Evaristo Valle y también María García Alvera, la condesa del Real Agrado, cuando vendió Villa María a Secundino Felgueroso.

En la esquina con la calle de los Moros hubo un edificio precioso, obra de Manuel del Busto, rematado por un jarrón que pasó a ser pasto la piqueta saltándose todos los permisos y estando protegido. Ahí hubo un taller de joyería y conserva un placa cerámica con Talavera de la Reina, que es Patrimonio de la Humanidad.

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Pero Munuza no acaba aquí. Munuza llegaba hasta la calle Corrida, cuando esta estaba cerrada y no existía la plaza del Carmen. Para que hoy podamos ver cuatro carriles significa que se tiraron las casas de Patac y de la familia Tirador entre Moros y la calle del Agua y más tarde se tiró el caserón del restaurante Petit Bouillon. En la esquina con Corrida estaba el edificio de Florencio Rodríguez (hoy Tiger), que albergó durante decenios el hotel Malet con el impresionante café-restaurante Colón, que tenía escenas pintadas del descubrimiento, y a su derecha había unas taquillas del cine Los Campos. Seguro que de esta corta vía podremos averiguar más secretos y si saben alguno: somos todo oídos. ¡Nos vemos en las calles!

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