Un museo para Jovellanos

Otra cosa sería la ejecución, pero la determinación estaba tomada: el Ayuntamiento proponía al Estado «la casa solariega para museo, en que se recojan tantos recuerdos como aquí hay del ilustre patricio, y con esos también otros muchos más que aquí deben estar». Si los bienes de Gaspar Melchor de Jovellanos, gijonés de pro, se repartían a lo largo de toda la piel del toro, aquí estaba la que fuera su casa natal. Y los tiempos, según EL COMERCIO, parecían propicios para el proyecto: ahora, Gijón contaba con la ayuda «que puede prestar el director general de Bellas Artes, el ilustre marqués de Lozoya, auténtico jovellanista y que por su profundo conocimiento» de la obra del ilustrado «ha de ser un inestimable colaborador para dicha empresa».

Más allá de recuperar su obra, el espacio vendría a cubrir el vacío que había en la ciudad de un centro cultural, «fuera de los de enseñanza, en cuya fundación de tal modo intervino Jovellanos». Un «gran sabio y patriota», «un verdadero polígrafo» que no había dejado «actividad en la Ciencia o en las Bellas Artes que se haya escapado a su investigación o a sus estudios». «No hablemos ya de que fue su autoridad en las Bellas Artes y, sobre todo, en pintura, arquitectura y escultura».

Habría cosas que no podrían recuperarse. Los bocetos del ilustrado se habían perdido en la guerra civil, conservándose solo «el grupo de reproducciones fotográficas que algunos inteligentes aficionados habían hecho» antes de ella. Pero otras muchas cosas sí se darían cita en el futuro centro. «Los estudios a favor de nuestra minería tendrán su lugar en el museo; la obra a favor de nuestro progreso económico y del establecimiento de vías de comunicación, los estudios del maestro acerca de las costumbres, fiestas y juegos populares, no solo en relación con Asturias, sino de otras regiones; los recuerdos de Sevilla, los de su obra poética, los recuerdos de su labor ministerial y de Magistrado»... Una auténtica colección, con tantas ramificaciones como extensa fue la obra de Jovellanos, que el público tardaría en ver constituida en museo veinticinco años de entonces en adelante. Las cosas de palacio...