«No hay que pensar en la cultura como un factor para atraer turismo»

Desde un despacho luminoso, con estanterías llenas de libros y un desorden de matices novelísticos,Miguel Barrero (Oviedo, 1980) dirige desde hace poco más de siete meses la Fundación Municipal de Cultura. Avalado por una trayectoria a caballo entre el periodismo, la literatura y la gestión política, el escritor asume ahora el reto de modernizar la estructura cultural gijonesa.

-¿Cómo es el día a día del director de la Fundación Municipal de Cultura?

-No hay dos días iguales. El día medio es venir aquí a primera hora. A las siete y media de la mañana ya estoy en el despacho echando las primeras firmas y mirando el correo y los asuntos del día. Luego es lo que el día vaya demandando.

-Dicen que cultura y política solo se llevan bien cuando hay dinero de por medio.

-Creo que es una sentencia un poco injusta. Es verdad que el dinero es esencial para todo, y negarlo es una tontería, pero yo creo que la política sí plantea una reflexión sobre lo que es o debe ser la cultura. Estos días he leído por ahí que la cultura no es política. ¿Cómo que no? ¿Qué hacemos entonces aquí los que nos ocupamos de la cultura desde la política?

-En apenas siete meses ha tenido que ausentarse en varias ocasiones para promocionar su obra literaria. ¿Le está costando compatibilizarlo con el cargo?

-Claro. Evidentemente, un trabajo como este supone muchas horas y mucho espacio en la cabeza que hace que el tiempo de escritura se reduzca.

-¿Cuáles son para usted los puntos fuertes de la Fundación?

-Desde el punto de vista de los eventos que nos distinguen hay dos grandes citas que son Feten y el Festival Internacional de Cine de Xixón (FICX). Son dos piezas irrenunciables hoy por hoy. Feten el año que viene cumplirá 30 años y es una buena oportunidad para intentar dar un paso adelante en lo que ha sido hasta ahora. Dentro de lo que hace la Fundación, creo que Danza Gijón juega un papel que no sé si se valora lo suficiente. También el Festival de Música Antigua, que me gustaría apoyar para que pueda crecer un poco más.

-¿Es Tabacalera el gran proyecto en lo que a cultura refiere?

-Sí. Queremos que Tabacalera sea un centro de cultura activa que involucre de una manera constante y dinámica a la ciudadanía. Especialmente al barrio, pero no solo. Una de las premisas con las que estamos trabajando es la de procurar que la cultura no se quede solo en el centro sino que se expanda por toda la ciudad.

-El Festival Arcu Atlánticu ya no forma parte de la programación gijonesa. ¿Por qué?

-Creo que como festival carecía de una conceptualización y un diseño claro. Hay una parte aprovechable que es la que más tiene que ver con la promoción de esa cultura atlántica vinculada sobre todo a la música y a la escena. Lo que no vamos a mantener es el festival con el concepto que existía hasta ahora. Sí la actividad vinculada a él, que queremos dotar de un nuevo foco, no en verano sino en septiembre y muy vinculada al barrio de Cimavilla. Queremos que coincida con las fiestas del barrio.

-¿Es un cambio de nombre para hacer suya la iniciativa?

-Lo que queremos hacer es tomar cosas del Arcu Atlánticu, pero no es el Arcu Atlánticu.

-Critica los modelos de ciudad en los que la cultura se entremezcla con la promoción turística. ¿No es ese precisamente el modelo que sigue Gijón?

-No creo que ni Feten, ni Danza Gijón ni el FICX nacieran con esa pretensión. Yo lo que digo es que no hay que pensar en la cultura como un factor para atraer turismo. Corremos el riesgo de frivolizar ciertas cosas con las que no deberíamos frivolizar. El primer objetivo de la cultura es la sociedad a la que se dirige. La cultura no es solo entretenimiento. La cultura forma. Si perdemos de vista eso, no hablamos de cultura sino de otra cosa.

-Históricamente, el ocio siempre ha sido una puerta para la cultura y para hacer a esta más inclusiva.

-Según qué ocio y según qué cultura. No es lo mismo traer una exposición de David Lynch que organizar una de figuras de cera de futbolistas. No me parece que entre dentro de la misma propuesta.

-¿Y en el caso del Jardín Botánico? Las visitas aumentaron cuando se abrió a otras actividades como conciertos, charlas... Limitar estas iniciativas, ¿no es perjudicar al espacio?

-(Piensa). Bueno, aquí hay dos cuestiones. En primer lugar, hay que pensar para qué se hacen las cosas. El Jardín Botánico es una institución eminentemente científica. En segundo lugar, creo que los índices de público son un factor más a la hora de hacer balance de la trayectoria de un equipamiento, pero no el más importante. Hay que ver si esas actividades paralelas, por mucho público que lleven, suponen un impedimento para la actividad principal. Exagerando, yo no puedo 'graffitear' las termas romanas. Seguramente, si lo hiciera llevaría un montón de gente, pero no puedo porque ese no es el fin de la equipación.

-¿No cree que cada vez menos gente joven se siente integrada en la programación cultural de la ciudad?

-Es uno de los grandes retos, el llegar a esos receptores jóvenes que nadie sabe muy bien dónde están. Seguramente, la solución pase por repensar la estructura cultural y dar voz a la gente más joven. Yo ya no salgo por la noche, pero creo que lo que ofrece el Ayuntamiento no está mal. Por ejemplo, la idea con el espacio escénico de Tabacalera es sumar una opción más a las que hay.

-Decía Cela que 'ay del escritor que se tome a sí mismo demasiado en serio'. ¿Cómo va usted de eso?

-Siempre me he tomado muy en serio lo que hago, pero no a mí mismo. Sé que el mundo puede pasar perfectamente sin un libro mío.