Un hombre duerme en la oficina bancaria en la que el pasado sábado falleció un 'sin techo'. DAMIÁN ARIENZA

Tres personas sin hogar muertas en apenas un mes en Gijón: «La calle mata, ¿qué estamos haciendo? Hay que cambiar la mirada ya»

La muerte de un hombre sin hogar el sábado en un cajero, unida a otras dos recientes, insta a la búsqueda de soluciones urgentes

Lunes, 8 de diciembre 2025, 01:00

«Esto va a más y lo estamos viendo desde hace tiempo. Aún será peor porque la calle mata, vas viendo el deterioro de quienes no tienen hogar». Así se refiere Blanca Cañedo, presidenta del patronato Fundación Mar de Niebla, en relación al hombre fallecido el pasado sábado en un cajero de una oficina bancaria de la plaza del Carmen. Tenía 63 años y mucha vida por delante, pero la calle se lo llevó.

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Dos trabajadoras sociales de la Cocina Económica lucharon hasta el final por salvar una situación que finalmente no llegó a buen puerto. Hasta las once de la noche estuvieron estas dos trabajadoras en la oficina bancaria de la plaza del Carmen, donde fallecería, que se había convertido en su lugar de residencia y que, habitualmente, compartía con otras dos personas, intentando llevarlo al hospital de Cabueñes pues tenía un proceso catarral muy fuerte. No pudo ser. Se negó, como ocurre en muchas ocasiones.

Lo cuenta Covadonga Landín, directora de la Fundación Municipal de Servicios Sociales, quien asegura que «hay que respetar las decisiones que toman las personas. Cuando van al comedor social se habla con ellos y se conocen sus historias, pero no puedes decidir por ellos. Y eso nos genera mucho dolor. Es una tragedia. Cada vez que una persona sin hogar a la que conocemos, tratamos de ayudar y se muere, vivimos un duelo», se lamenta. Generalmente, refiere, conocen a esas personas que viven en la calle, «que no son delincuentes como mucha gente piensa, que no acaban así de un día para otro y que nos puede pasar a todos».

Esa opinión es compartida por Cañedo, quien insiste en que hay una opinión errónea sobre quienes viven en la calle. «Son personas que lo han perdido todo, que no tienen las mismas oportunidades que nosotros, por ejemplo. No partimos de lo mismo, pero no se trata solo de toxicómanos o personas que no quieran encarrilar su vida». Lo sabe bien el equipo de calle de Mar de Niebla, que patea día a día la ciudad, manteniendo contacto e intentando buscar una vida mejor para un número de personas sin hogar que aumenta a un ritmo vertiginoso. «Últimamente hay muchas mujeres». Tanto es así que el equipo se ha duplicado en efectivos para poder atender a la mayor parte posible.

La construcción, paralizada

Landín reitera que «hay que tener una mirada diferente y partir de que estas personas quieren salir adelante pero, aunque existe una hoja de ruta para afrontar y buscar soluciones a estas situaciones, el mayor problema es la vivienda». La Cocina Económica, Cáritas, Siloé y la asociación Albéniz tienen pisos, pero, dice Landín, son pocos. «Estamos en el camino de sacar más plazas y nos preocupa mucho pero siempre serán insuficientes», dice la directora de la Fundación de Servicios Sociales antes de matizar que «las entidades y la Fundación trabajamos en buscar soluciones. La gestión del sinhogarismo es una de nuestras prioridades; tenemos muchos profesionales que trabajan en ello, hay mucha labor detrás de todo lo que se ve y una apuesta firme por ayudar a estas personas sin recursos».

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«¿Qué estamos haciendo?», se pregunta Cañedo. Ella misma responde: «Hay que cambiar la mirada y hay que unirse a los que creemos en la humanidad, en que las cosas se pueden hacer mejor, pero es necesaria voluntad». La presidenta de la entidad asegura que existen infraestructuras que podrían hacer una vida mejor para muchas personas, hay recursos, terrenos sin construir, pisos vacíos... No hay derecho. Nuestra entidad está tapando una necesidad brutal desde hace años».

Tres han sido las personas halladas sin vida en las últimas semanas, aunque Cañedo asegura que «seguro que se han producido muchas más muertes y seguirá aumentando el número». Por ello, lanza un mensaje a las instituciones, que son las que tienen la posibilidad de cambiar estas vidas. «Hay pisos cerrados y hay terrenos públicos. ¿Por qué se ha parado la construcción? El hogar de San José, la Casa del Mar... Hay espacios que se podrían ocupar. Nosotros no damos para más. No tenemos pisos y se comparten habitaciones en condiciones que no son ideales. Es todo un mal síntoma de cómo nos estamos degradando con seres humanos», matiza.

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