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Funeral por el radiólogo Ramón Delgado en el tanatorio de Cabueñes. CAROLINA SANTOS

La sanidad asturiana despide al «brillante» radiólogo Ramón Delgado, que deja «una huella imborrable»

Compañeros, familiares y amigos lloran a «una persona íntegra», de las que «mejoran la vida de cada uno»

Martes, 29 de junio 2021, 19:20

No hay consuelo en la sanidad asturiana, que despidió esta tarde en Gijón a uno de los suyos: Ramón Delgado, radiólogo del hospital San Agustín de Avilésfallecido de forma repentina el domingo tras una ruta en bicicleta con unos amigos, con apenas 42 años y una vida junto a la que hace cuatro años se convirtió en su mujer, María, por delante. Su súbita muerte ha dejado conmocionados a sus compañeros sanitarios, que lo recuerdan como un hombre entregado a su trabajo, amable y cercano, que dejó su impronta tanto en el Hospital Universitario Central de Asturias, donde cursó su residencia, como en el San Agustín.

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«Era una persona maravillosa y un excelente profesional que ha dejado una huella imborrable en nuestro servicio», recordaba la jefa del servicio de Radiología, Belén Susín, con emoción contenida. «Era insustituible, muy querido en el hospital», añadía. Y es que «siempre, todos los servicios del hospital bajaban a Rayos y preguntaban por él. Si traían un problema con un paciente preguntaban '¿dónde está Ramón?'. Y Ramón lo dejaba todo y se lo solucionaba». Lo hacía todo más fácil para quienes le rodeaban.

Ese carácter dispuesto y afable, esa humanidad y profesionalidad le acompañaban desde sus años de residente. El doctor Juan Ramón Jiménez, entonces jefe de radiología del antiguo Hospital General de Asturias, resaltaba que Ramón Delgado era «un magnífico residente, un magnífico profesional y aún mejor persona». Era «absolutamente cercano con el paciente, con sus compañeros y conmigo», rememoraba, apesadumbrado por su repentino fallecimiento.

«Un hermano»

«La típica persona que no dice que no a nadie, entregado a su trabajo pero no solo profesional, sino que además era siempre amable y sonriente», apreciaba el también radiólogo José Manuel Simón, mientras otro amigo y compañero que compartió residencia con él lo definía como «una persona íntegra, con esos valores que deberíamos tener todos». Prueba de ello era la cantidad de gente que acudió a darle un último y emocionado adiós y acompañar a sus padres, destrozados, y su viuda, a quienes queda el consuelo de saberle muy querido.

Ramón Delgado brillaba, no solo en la sala de rayos. Era «más que una persona muy especial», aseguraba Pablo Coto, dermátologo, quien lo consideraba «un hermano» desde que hace 25 años se conocieron durante la residencia, tanto que Ramón fue testigo en su boda. Pese a la emoción, brotaban las palabras, todas hermosas: «Optimista, gran compañero, mejor amigo…». «De esos que hacen mejor la vida de cada uno». De esos que duele tanto despedir, pero cuyo recuerdo perdura.

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