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El luminoso de neón que adorna la fachada del Jovellanos acaba de ser restaurado. FOTOS: DAMIÁN ARIENZA

El Teatro Jovellanos cerrará en septiembre para afrontar un lavado de cara externo e interno

La taquilla pasará al interior, se renovará la climatización, se reformará toda la zona de camerinos y se habilitará un baño para personas con discapacidad

M. F. Antuña

Gijón

Domingo, 4 de mayo 2025, 02:00

Treinta años han pasado desde que se convirtiera en municipal y se estrenara la gran reforma acometida en 1993 de la mano de los ... arquitectos Fernando Nanclares y Juan González Moriyón y 16 años sin afrontar mejoras desde que en 2009 se cambiaran las viejas butacas de piel y se realizaran trabajos en carpinterías y estructuras internas. En este 2025 de aniversario toca en el Teatro Jovellanos un nuevo lavado de cara que se llevará a cabo en dos ámbitos: exterior e interior. Habrá pequeñas obras que serán visibles a los ojos del público y otras que se realizarán en la zona interior, para los artistas, y que tienen en todo caso como fin mejorar la comodidad y la accesibilidad tanto de los unos como de los otros.

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Hay una obra pendiente que se iba a realizar el pasado año y que finalmente se ejecutará este, que es la de la climatización, es decir todo el sistema que permite que el teatro sea cálido en el invierno y fresco durante el verano, que esté ventilado y en perfecto estado para recibir al público y a los artistas. Esa es la obra más cara de todas, que fue licitada el pasado año en un coste superior a los 200.000 euros y adjudicada en algo más de 177.400 euros más IVA. Es también la obra que requiere un trabajo más potente por parte de los obreros, de ahí que sea necesario que el teatro permanezca cerrado durante un mes. A finales de agosto, cuando el verano festivo llegue a su fin, cerrará sus puertas y hasta octubre se detendrá la actividad. Pero no es tiempo suficiente para afrontar todas las obras que se quieren llevar a cabo, que se prolongarán hasta el mes de diciembre aproximadamente, aunque en esos últimos meses se podrán ejecutar los trabajos mientras se mantiene la programación en marcha.

La primera de las obras previstas ya está en realidad hecha. Se ha arreglado el letrero del teatro. Es de neón y era preciso recuperarlo y mantenerlo. Ya está ejecutado ese trabajo en la fachada que no será el único, puesto que es preciso arreglar la marquesina que cayó el pasado año. Además, se procederá a la restauración de las puertas del acceso de público desde el paseo de Begoña. Como sucede con el cartel, las puertas de madera y cristal están catalogadas y es necesario que sea un ebanista especializado quien proceda. Se encuentran en bastante mal estado y es necesario afrontar esta mejora, cuyo coste ronda los 18.000 euros.

En lo que al aspecto exterior se refiere hay otra actuación que va a resultar especialmente significativa para el público. Todos los gijoneses han hecho cola en alguna ocasión en la taquilla actual que se halla a la izquierda de la fachada obra de Mariano Marín Magallón y desprotegida de la marquesina, lo que quiere decir que la espera, si llueve, se hace a la intemperie. Además, el espacio interior desde donde atiende con amabilidad exquisita Carmen, la taquillera, es ínfimo e incómodo y no permite una comunicación ágil con los compradores. Desde Divertia se ha buscado resolver esta situación y la manera de hacerlo ha sido mirando atrás, porque en realidad la taquilla principal del teatro es la otra, la que queda a la derecha de la fachada. Esa atenderá una vez realizada la obra, pero no desde el exterior, sino desde el interior. He ahí la gran novedad, que aportará fundamentalmente comodidad tanto al público como a la taquillera. La puerta que se halla más a la derecha de la fachada rara vez se abre. Solo cuando hay llenos totales para facilitar la salida del público se suele utilizar, pero no es habitual que se abra para el acceso. Una vez finalice la obra, estará abierta en horario de venta de localidades. Será a través de esa puerta aneja al Café Dindurra por donde se acceda a la futura taquilla, que se abrirá hacia ese acceso y desde allí atenderá al público, que no solo comprará ya sus localidades a cubierto, si no que también tendrá posibilidad de elegir sus asientos a través de una pantalla. Hay otra ganancia más y es que permitirá que personas como movilidad reducida puedan acceder a ella sin problemas. La taquilla actual no facilita las cosas a quienes acuden en silla de ruedas sino todo lo contrario. Son otros 18.500 euros la inversión que supondrá este cambio.

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Todos los trabajos de lo que tiene que ver con la climatización y las áreas de uso público del teatro se tratarán de hacer durante ese mes de septiembre para que los espectadores no tengan que sufrir ningún tipo de inconveniente o incomodidad. Es decir, en septiembre debería quedar finiquitado toda esa faena exterior.

Esa mejora será sustancial en la atención al público, pero hay una obra mucho más potente que se realizará en su interior, en la zona que los espectadores no ven, y cuyo coste se multiplica hasta alcanzar los 370.000 euros. Hay varias acciones previstas y en puridad alguna de ellas sí afectará a los espectadores, porque se van a modificar y renovar los baños y en aras de eliminar barreras arquitectónicas se va a habilitar uno para personas con discapacidad. Se aprueba así una asignatura pendiente y absolutamente necesaria, a la que se unirá otra acción fundamental, que será que desde la entrada de artistas de la calle Casimiro Velasco haya un acceso para este sector de la población que permita moverse en silla de ruedas por todo el interior del espacio y haga posible que cualquier persona pueda llegar a la caja escénica. No es baladí la cuestión, puede ser necesario para los artistas o para cualquier participante en un acto público con problemas de movilidad llegar al escenario y eso a día de hoy requiere del concurso de otros.

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La actuación principal se llevará a cabo en las plantas inferiores, es decir sótano y semisótanos, en la zona de vestuarios, camerinos y áreas de almacenes. Ahí se va a reordenar todo el espacio para hacer de nuevo los camerinos, de tal forma que todos ellos puedan tener aseo propio y ducha y se habilitarán algunos modulares que puedan variar el tamaño según las necesidades del espectáculo. Se actuará también en la sala de costura y en la de ensayos, que crecerá en tamaño, al desaparecer salas de almacenaje.

Hay en esa zona desconocida por el público un buen número de estancias repletas de material que no se utiliza que serán desalojadas para optimizar su uso y sobre todo hacerlo más cómodo para los artistas. Cierto es que esos camerinos no se han tocado en treinta años y se considera absolutamente necesario renovar esos espacios para el uso de los artistas.

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Un 5 de mayo con Alfredo Kraus, la OSPA y música de Verdi y Chapí

En 1987 cerró sus puertas y dos años después se aprobaba su expropiación para convertirlo en teatro público. Antes de la gran obra de reforma que habría de llegar en 1993 y se prolongó durante dos años, algunas chapuzas permitieron que el teatro estuviera activo. Miguel Rodríguez Acebedo era quien estaba entonces al frente del espacio que un 5 de mayo de 1995 abría sus puertas con la actuación estelar de Alfredo Kraus y la presencia de la ministra Carmen Alborch. «Kraus devolvió la magia al teatro», titulaba este periódico en una crónica firmada por J. J. Medina, que sirve hoy para recordar que el alcalde era Vicente Álvarez Areces y que 1.200 personas fueron partícipes de esa bienvenida a un icono de la cultura gijonesa. Sonaron Verdi, Donizetti, Bellini, Gounod junto a Chapí y Vives. «Recuerdo que había una ilusión enorme», rememora Rodríguez Acebedo, que tiene presente en la cabeza aquel año especial en el que después de Kraus llegaron el histórico pianista Gonzalo Rubalcaba, el gran Marcel Marceau o el inolvidable Lindsay Kemp en una programación de escándalo. «La gente estaba encantada de la vida, eufórica, había entonces muchas cosas en Gijón, grandes conciertos, y nosotros alquilábamos salas para hacer actuaciones, pero el público estaba esperando ese rincón, fue la locura, tenía ganas de ir al teatro, aquello fue una fiesta». Anoche sonó también la zarzuela en un teatro que mañana abrirá sus puertas de una manera muy especial. De cuatro a nueve de la tarde, se recordarán los treinta años con una proyección de fotografías en el propio teatro. Habrá también otra oportunidad de celebración más adelante a través una función especial del ciclo Encajados que se hará en tres zonas distintas del teatro, el local de ensayos, la caja escénica y el foso. Eso sucederá el día 18 de mayo en varios pases. Habrá en verano, además, visitas teatralizadas.

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