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«Todavía hay esperanza, pero cada día menos. Más que nada porque no hay mucha gente que hable de ello, por eso se hacen este tipo de manifestaciones». Kira Ustymenko tiene 15 años y lleva casi tres refugiada en España. Precisamente los que se cumplen hoy desde el inicio de la guerra en Ucrania. Arropada por medio millar de compatriotas que se concentraron en la plaza Mayor de Gijón para reivindicar la paz y agradecer el apoyo de los gijoneses por acogerles, la adolescente recordaba este domingo, en un español perfecto, cómo vivió la invasión rusa.
Se fue de Kiev con su madre, su hermana –que tenía 23 años– y su perro a los pocos días de estallar el conflicto porque «desde el principio tuvimos claro que ya no era seguro estar ahí». En aquel momento, ella tenía 12 años y estaba en primero de la ESO. «La primera semana estuvimos escondidos en nuestra casa mientras mis padres buscaban opciones para salir. Lo que más cerca teníamos era Polonia, pero no logramos llegar porque había muchísimo tráfico y era prácticamente imposible salir de la ciudad», contaba. Finalmente llegaron a la ciudad de Gdansk a principios de marzo, «después de esperar una semana y cinco días de viaje».
Aunque en un principio tenían pensado quedarse allí, les avisaron de que había una familia que podía ayudarlos en Asturias y no lo dudaron: se fueron a Varsovia y de allí viajaron durante tres días hasta la parroquia de Baldornón, a donde llegaron el 16 de marzo. «Pasé de vivir en la capital de Ucrania a un pueblo de 300 habitantes, pero los vecinos nos ayudaron un montón; nos dieron casa, comida y todo lo necesario», apuntó con inmenso agradecimiento. Y eso que «al principio, cuando estábamos en Polonia, no quería irme porque tantos cambios me estaban sentando mal».
Pero puso todo de su parte y al cuarto día de llegar a Gijón ya estaba en el colegio «aprendiendo español a tope». Lo que más echa de menos de su país es a su padre, que tuvo que quedarse luchando en el Ejército. «A veces viene y yo en 2023 pude ir a Ucrania y estar con él, pero ya llevo unos meses sin verle», decía con cierta tristeza. La situación allí «está muy complicada y él intenta que yo tenga una vida relajada aquí, así que tampoco me cuenta mucho», pero Kira lee las noticias y es consciente de que el futuro no es alentador.
Sobre todo desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos: «Estamos flipando todos los ucranianos y no sabemos qué va a pasar, solo podemos verlo desde lejos y esperar que todo se solucione de alguna manera». Todavía confía en volver, pero de momento tiene previsto «acabar Bachiller e ir a la universidad aquí». Le gustaría estudiar Derecho Internacional porque la guerra le enseñó que «de verdad hay que luchar por tu país y creo que puedo hacerlo desde un punto de vista diplomático».
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