Ocho vidas bajo el mar
El vapor 'Cabo Prior', que se dirigía a Gijón desde Ferrol, chocó contra una lancha. Morirían varios de los tripulantes de esta
Fue la excepción que confirma esa regla no escrita de que las malas noticias son las que más rápido llegan: a varios días del siniestro ... del 'Cabo Prior', la genre aún no se había enterado de él con los detalles necesarios como para cuantificar la tragedia. Hace ahora 125 años, el fallecimiento de ocho tripulantes de la lancha 'Nuestra Señora del Carmen' fue explicado en páginas de EL COMERCIO por medio de un testigo de excepción: el señor Zaldúa, capitán del 'Cabo Prior'. Decía Zaldúa que la tripulación había salido de Ferrol a eso de las cinco de la tarde el día en que se dirigía destino a Gijón. «Como de costumbre, tomé la enfilación a la boca del puerto», decía el capitán, «llevando media máquina con una marcha de tres a cuatro millas, con el objeto de que una vez ganada la parte más augusta de la entrada pudiese maniobrar convenientemente, pues la marea subía con fuerza».
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Pintan ya bastos en el relato del marino, como bien puede imaginarse el lector. La cuestión es que en la misma dirección que el 'Prior' circulaba la lancha de vapor 'Nuestra Señora del Carmen', «por la parte de estribor, a una distancia de paralelas de tres cuartas próximamente, y como de 25 a 30 brazas de la proa. Al acercarnos a las Puntas de Viapón y la Redonda, la distancia» quedó reducida, manteniéndose aún la de las paralelas, porque el 'Prior' iba más lento. «En estas condiciones observé que la lancha trató de cruzarnos por la proa». La fuerza de la corriente, que obraba en contra de la pequeña lancha, acabaría por dirimir la pugna en contra, como es costumbre, del más pequeño. Siempre según la versión de Zaldúa, la «temeraria determinación» del capitán del 'Nuestra Señora del Carmen' de seguir adelantando al vapor hizo que esta volcase «después de ser arrastrada por espacio de unos cinco segundos». Enseguida el 'Prior' habría echado al mar los botes salvavidas, que consiguieron rescatar de las aguas a 27 marineros. Los ocho restantes no corrieron igual suerte. Así se arrojaba luz a un suceso no exento de polémicas y de versiones «inciertas, dada la celeridad con que se transmiten las noticias graves». Y esta, vive Dios, lo era.
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