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Gisèle Pélicot, la mujer francesa a la que su marido drogaba para que otros hombres la violasen. AFP

El desgarrador testimonio de Gisèle Pélicot: «Era una muñeca de trapo, una bolsa de basura»

En Francia ·

Su marido la drogó durante una década para que otros hombres la violasen. Hay medio centenar de acusados, de los que solo tres han pedido perdón

P. P. / E. P.

Gijón

Jueves, 5 de septiembre 2024, 18:00

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Gisèle Pélicot tuvo que huir «destrozada» de su pueblo, en Francia, porque los 51 hombres que abusaron de ella sabían dónde vivía. Su marido, Dominique Pelicot, se lo había dicho, él les invitaba a su casa para que la violasen. Previamente la drogaba para que ella no se enterase de nada. Lo hizo durante una década, hasta que la Policía descubrió las atrocidades que cometía después de detenerlo por intentar captar imágenes por debajo de las faldas de varias mujeres.

Este jueves ha relatado ante un tribunal de Aviñón que se enteró por boca de los agentes de la sumisión química a la que era sometida, que daba pie a «escenas de barbarie» en los que ella era «una muñeca de trapo, una bolsa de basura». Un total de 51 hombres se sientan en el banquillo, de los cuales 35 han reconocido haber mantenido relaciones pero con el matiz de que no entendían que fuese un abuso no consentido -sólo tres han pedido disculpas-. La Fiscalía ha dado cuenta de al menos 92 violaciones durante diez años.

Durante ese periodo de tiempo sufrió lagunas de memoria, pero nunca sospechó lo que estaba ocurriendo. «Hasta nuestros amigos nos decían que éramos la pareja ideal», ha asegurado esta mujer, de 71 años, en una larga y sosegada exposición en la que ha situado como primera fecha relevante el 12 de septiembre de 2020.

Ese día descubrió a su marido llorando y éste le confesó que le habían pillado en un supermercado cuando intentaba captar imágenes por debajo de las faldas de varias clientes. Gisèle Pélicot decidió perdonarle, con el requisito de que pidiese ayuda y se disculpase ante las mujeres, según los extractos recogidos por la televisión pública gala.

Poco después, puso rumbo a París para cuidar de algunos de sus nietos, y ya entonces le comentó a su hija «un problema ginecológico» por el que quería pedir cita con un médico. Volvió a Mazan el 21 de octubre y al día siguiente se despertó sin recordar nada de la noche anterior: posteriormente descubrió que sufrió entonces la última violación organizada por su marido.

El 2 de noviembre acudió a la comisaría convocada por la Policía, pensando inicialmente que le iban a pedir cuentas por los vídeos de su marido. En esta primera declaración negó que practicase el intercambio de parejas e identificó a Dominique Pelicot como «el único hombre» con el que se podía acostar.

«Te vamos a enseñar cosas que no te van a gustar», ha contado que le dijo entonces el comisario, quien le mostró una imagen de una mujer violada por un hombre, pero no reconoció a ninguna de las dos personas. Ante la insistencia, terminó identificándose como la mujer inerte que aparece en la fotografía, a la que seguirían varias imágenes más de hechos similares.

«Son escenas de barbarie», ha explicado Gisèle, al relatar el inicio de un «trauma inmenso» en el que inicialmente sólo quería «desaparecer». De hecho, ha admitido que pensó en quitarse la vida, pero sus tres hijos y de sus nietos le dieron fuerzas para seguir adelante. Así, ha explicado cómo sus propios hijos se volcaron con ella cuando les contó todo lo que acababa de descubrir.

En un primer registro en la vivienda, los investigadores no localizaron la droga con la que Dominique Pelicot dejaba inconsciente a su esposa, pero el hombre terminó reconociendo que escondía los botes de Temesta -lorazepan- en botas de montaña.

Según su relato, el comisario le sugirió que se mudase del pueblo porque los individuos que la violaron sabían dónde vivía, así que puso rumbo, «destrozada», a la zona de París. Tras unos meses acompañada, se trasladó a la segunda residencia de su hija y su yerno, porque «necesitaba estar sola» para retomar su propia vida.

Habla por otras víctimas

Gisèle no había visto los vídeos de los abusos hasta este mes de mayo, cuando comenzaba a preparar el juicio. Pudo ver por primera vez «escenas de violación insoportables», ante las que ella simplemente está «anestesiada». «Fui sacrificada en el altar del vicio», ha lamentado.

Estaba «como muerta», según sus propias palabras, con las que ha querido señalar a quienes desfilaron sobre ella durante años. No se plantearon en ningún momento su posible sufrimiento: «Me ven como una muñeca de trapo, como una bolsa de basura».

Gisèle ha afirmado que no testifica por sus propios intereses, sino para ayudar a otras mujeres que puedan ser víctimas de sumisión química. «El día en que una mujer se levante y no recuerde lo que hizo el día anterior se dirá a sí misma: he oído el testimonio de la señora Pélicot», ha señalado.

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El desgarrador testimonio de Gisèle Pélicot: «Era una muñeca de trapo, una bolsa de basura»