Tino Brugos: «Se trata de que tengamos miedo y lo transmitamos. Y lo consiguen»

«Me encuentro tranquilo y relajado tras 96 horas de explosión de adrenalina; desde el jueves y hasta el lunes los acontecimientos me han superado». Tino Brugos contó ayer a EL COMERCIO, ya sentado en la terraza de una cafetería madrileña, su terrible vivencia en Turquía desde el momento en el que partió y hasta el instante en el que pudo tomar un avión de regreso a España. El coordinador de Política Sindical de la Confederación Intersindical había acudido a Turquía como observador internacional. Con mucha ilusión porque «viajar allí y al Kurdistán siempre es una referencia emotiva» y con la esperanza de poner algo de luz en unos comicios que «distan mucho» de ser democráticos.

La partida ya comenzó con complicaciones. Se suspendió el vuelo a Ankara sin demasiadas explicaciones. Después, tras un traslado aéreo hasta la frontera con Irak, «zona muy conflictiva», otro hasta la ciudad de Cizre y uno nuevo en taxi hasta Siirt -con dos controles de los gendarmes y otro militar-, la delegación internacional de la cual Brugos formaba parte, y que asistía invitada por el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) para supervisar las elecciones, pudo disfrutar de «cierto relax». Paisajes maravillosos, montañosos, un animado acto político en el que participaron muchos jóvenes, que bailaron la tradicional danza kurda, protagonizó un sábado que nada hacía presagiar las siguientes horas. «Diez españoles nos dividimos en cinco grupos para acudir a los colegios electorales y notificar cualquier irregularidad que percibiéramos». Primer colegio en una pequeña aldea de Siirt. Bien. Segundo, «un poco mal». Tercero: «nos rodearon y nos dijeron 'sois los españoles'. Nos habían estado vigilando».

Entonces un despliegue de paramilitares armados con ametralladoras, «un contexto de intimidación» y una visita a la Comisaría para declarar. «Claramente querían sacarnos de la zona para no cumplir nuestra misión de vigilancia». Después siguió un calvario de horas interminables en el que se le acusó de infringir la ley electoral turca, en el que se le recriminó un tuit que había publicado en el que se reflejaban unos sondeos publicados en Francia que hablaban de que miles de personas ejercían el voto por primera vez y más de 30.000 estaban en la provincia de Siirt, donde HDP tienen dos diputados de tres. «Yo decía que iban a por el tercero y ponía un vídeo del baile kurdo».

Desde las tres de la tarde y hasta las nueve de la noche permaneció Brugos detenido, pasando incluso por un hospital para firmar «las no lesiones recibidas». De vuelta al hotel y ya de tertulia con el resto de compañeros, volvió a ser detenido, a la media hora. Entonces ya se les cuestionó «mantener relaciones con el terrorismo» y hablar «con gente indeseable». En cuestión de minutos, todo pasó «de un trato correcto a uno cada vez más agresivo».

Tras la intervención del embajador, se consiguió liberarles, trasladarles al hotel y darles un cuarto de hora para recoger todo y tomar un avión de regreso. «Sabemos que a quien fue nuestro chófer lo maltrataron y también a los abogados que nos asistieron». Y cuenta que el hecho de que su nombre oficial sea Valentín, aunque conste Tino en documentación, también le trajo problemas.

Ahora reconoce que «te queda una sensación de rabia». ¿Miedo? Claro. «Se trata de que tengamos miedo, para que lo transmitamos y así nadie se acerque por allí». Y lo triste es que «lo consiguen». En Turquía habrá una segunda vuelta electoral el 28 de mayo. «Lo previsible será que gane Erdogan, pero habrá que esperar porque no han podido acallar la voz de los kurdos y es la única esperanza para muchos».

Con cierta tristeza dice: «Me gustaría pensar que algún día podré volver; será muy difícil porque allí quedé fichado».