El nuevo Plan de Movilidad que el Ayuntamiento pretende implantar en Gijón, herencia del todopoderoso concejal de movilidad Aurelio Martín, sustenta sus premisas sobre el papel que todo lo aguanta. Con la excusa de la ecología pretenden barrer de la ciudad al automóvil, crear más zonas peatonales, fomentar la movilidad eléctrica, sobre todo en bicicletas y patinetes, mejorar la oferta del transporte público y crear aparcamientos disuasorios. La realidad es que tuvieron que revertir, por sentencia judicial, la peatonalización del Muro, pintaron líneas de carril bici en la mayoría de las calzadas, el transporte público continúa igual que siempre, y los aparcamientos disuasorios siguen en los planos. En breve comenzarán las obras en las principales arterías que comunican la zona Este de la ciudad con las que se pretende reducir plazas de aparcamiento y contribuirán a aumentar el caos circulatorio. En una ciudad que envejece día a día, los desplazamientos desde la zona rural se siguen haciendo principalmente en vehículos particulares, en los que los más antiguos verán limitado su acceso a la ciudad por las restricciones que impone la etiqueta ecológica. En definitiva, estos son los flecos que nos deja el Plan de Movilidad que si no se remedia ocasionarán muchos trastornos a los automovilistas.
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