Asturias pierde a la marquesa de la Vega de Anzo
El mundo del toro llora a Pilar González del Valle y García de la Peña, una de sus más insignes valedoras, estrechamente ligada a Gijón y Grado
«Soy amiga de un paisano de Peñamellera y de algunas 'celebrities', pero cuando salgo con el paisano no nos sacan en la foto», decía de sí misma la marquesa de la Vega de Anzo, Pilar González del Valle y García de la Peña, haciendo gala de una campechanía que acaba de apagarse en Madrid. Un aneurisma del que tenían que operarla próximamente terminó con su vida inesperadamente la pasada madrugada, vistiendo de luto el universo del toro, que siempre defendió a capa y espada, entrando a todos los trapos con bravura, ajena al qué dirán. La «marquesa del toreo», como era conocida, 'Pili' para sus más queridos, ha fallecido a los 78 años y los taurinos lloran desconsolados a una de sus más firmes valedoras, pero también esos paisanos y paisanas que frecuentaba quien, aunque nacida en San Sebastián por casualidad, amaba profundamente Asturias. «Es mi tierra, mi patria chica, mi patria grande, donde nació España. Cuando paso el Negrón, pienso: 'Soy de aquí y pertenezco aquí'. Es una fuerza, un carisma».
Esa querencia del corazón de la aristócrata hacía que regresase una y otra vez a la la Feria Taurina de Begoña, de la que fue pregonera hace dos años. Genio y figura contra viento y marea, porque tampoco perdonaba los veraneos a la vera del Cantábrico, su lugar en el mundo junto a Grado.
Entre la villa moscona y la de Jovellanos -donde era muy querida por los aficionados a los ruedos- se crio, así como a caballo entre Extremadura y Madrid, donde residía y donde era pieza fundamental del Centro de Asuntos Taurinos, además de formar parte de la peña Las Majas de Goya, y convertirse en una habitual del rastrillo de Nuevo Futuro junto a su inseparable hermana Paloma.
Pilar González del Valle había heredado en 1992 el Marquesado de la Vega de Anzo, título que hasta ese momento ostentaba su padre, el ovetense José María González del Valle y Herrero. Y de su estirpe recibió también la torería. Un 'tatatatarabuelo' -como ella contaba con humor- paterno, virrey del Perú, impulsó la creación de la plaza de toros de Acho, allá en Lima, mientras que de su abuelo materno heredó su amor por el campo y el toro bravo.
Condolencias unánimes
Así era una mujer chapada «a la antigua» -también en sus propias palabras-, de valores firmes y que presumía de conocer mejor a los morlacos que a los hombres. Una «mujer libre» según su íntima amiga María Dolores Cospedal, quien despidió sin consuelo a «una artista de corazón, valiente como los toreros y brava como los toros». Una 'morantista' de pro que el pasado 12 de octubre disfrutó como nunca con la última tarde del de La Puebla en Las Ventas y que peleó con casta por que las corridas volviesen a Gijón.
También a Grado -a donde viajaba varias veces al año- dedicó muchos de sus desvelos esta melómana, apasionada de la ópera y el flamenco, que comparaba las corridas con un aria de Wagner, y el municipio la llora, porque «tanto ella como el resto de la familia han venido apoyando las actividades del Ayuntamiento y de diversas asociaciones y clubes moscones».
Allí, los grupos municipales acaban de emitir un comunicado conjunto para expresar sus condolencias por el fallecimiento de quien «siempre llevó consigo en todas sus actividades por el territorio nacional su relación con el concejo», según destacaron los representantes de IU, PP y PSOE.
Siempre con una sonrisa por bandera y una extraordinaria vitalidad, cercana, directa y amable, la IV marquesa de la Vega de Anzo no dudaba en abrir las puertas del palacete familiar para que el Consistorio organizase en concierto o en hacer el saque de honor del Mosconia en uno de los partidos de pretemporada.
El estadio de fútbol moscón lleva, de hecho, el nombre del Marques de la Vega de Anzo, quien cuenta también con un monumento en la villa, financiado en su momento con aportaciones vecinales en agradecimiento a su labor benefactora. De casta le venía a esta mujer que vivió como quiso, y quiso bien. Nobleza obliga.