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El mayor de los tres hermanos de La Calzada relata la historia familiar y su relación con Vipasa

JORDÁN SANTANA

Martes, 26 de enero 2021, 01:25

Todo empezó aquel fatídico noviembre de 2018, tras confirmar las sospechas de que mi madre se encontraba en un nivel muy elevado de adicción a ... la cocaína, involucrándonos en estafas. Mis hermanos y yo decidimos acudir a Servicios Sociales. Andrés, nuestro primer trabajador social, recomendó el ingreso voluntario de mi madre en Proyecto Hombre, pero ésta se negó. No ayudó el corte de luz en pleno invierno, ni las huidas de nuestra 'madre' con el dinero del salario social básico y la pensión no contributiva de mi abuela, que residió con nosotros seis meses más. En enero de 2019, mis hermanos y yo decidimos echarla de casa, dado que mi abuela es una anciana de 86 años con demencia senil y totalmente dependiente.

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No todo acaba ahí. A finales de enero recibimos una carta de Vipasa a nombre de mi abuela (la cual es la inquilina, legalmente hablando). En ella, la empresa pública Viviendas del Principado de Asturias reclama una deuda de más de 8.000 euros a mi abuela, en resumen, sin pagar desde 2014. He de recalcar que mi abuela lleva desde 2005 con su enfermedad y, desde entonces, mi madre llevó su pensión y las riendas de la casa (si se le puede llamar así). Inmediatamente contacté con Vipasa. Flor, no recuerdo sus apellidos ni su cargo en la empresa, me citó en Oviedo el 5 de febrero de 2019. Andrés ya había hablado con ella y estaba al tanto de la situación. Aun así, le amplíe detalles.

Al dar por acabada la reunión, la situación quedó así: en el momento en que me aceptasen la solicitud del salario social y el acogimiento familiar de mis hermanos a mi favor, procedería a solicitar el cambio de nombre de inquilino, a pagar el mes de alquiler y, por supuesto, aceptar la deuda y pagarla en cómodos plazos. No me quedó más remedio que aceptar. ¿Qué haríais si van a proceder al desahucio de tu familia, en la situación que nos encontrábamos? Acepté.

«Cada ayuda, por menudas que parezcan unas palabras de apoyo e interés por nosotros, es oxígeno y fuerza para seguir»

En junio de 2019 recibimos el salario social básico y, por fin, el acogimiento a mi favor. Tras muchos meses de esfuerzo, de lucha, mis hermanos y yo logramos mantenernos juntos, aunque me costará un año de estudio. Como si son tres. Me puse en marcha, contacté con nuestra trabajadora social y psicóloga del equipo de intervención técnica de apoyo a la familia (EITAF) del Principado, Rosa. Ella medió con Vipasa para proceder al cambio de nombre de la vivienda, y poder, al fin, atar bien las cosas y poder estar tranquilos y legales. No fue así, puesto que Vipasa no puede proceder al cambio de nombre de inquilino de una vivienda cuando la persona titular vive. Triste noticia para una familia que ha sufrido tanto y por fin logra ver algo de luz.

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La solución de Vipasa fue enviarme una orden de pago mes a mes hasta que mi abuela falleciese. Entonces, procederíamos al cambio de nombre y, por supuesto, a la aceptación de la deuda si quisiésemos seguir viviendo en nuestra casa. Porque, aunque no sea nuestra propiedad, aquí crecimos y sentimos que este es nuestro hogar. De nuevo nos vuelven a poner contra la espada y la pared. Volví a aceptar.

El 8 de diciembre de 2020 comienzan las primeras humedades en nuestro hogar. Ese mismo día contacté con Vipasa y me facilitaron un número en el que no atendían llamadas, solo les enviabas fotos, vídeos del problema a través de whatsapp, junto con la dirección de la vivienda y el DNI del titular. Además, llamé a Asesorías Castaño, administrador de nuestra comunidad, y avisé a varios vecinos con los que tengo trato. El 10 de diciembre recibí un whatsapp de Vipasa y me adjuntaron el justificante de apertura de expediente.

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No recuerdo muy bien el día en concreto pero sobre el 20 de diciembre las condiciones en mi casa empeoraban segundo a segundo. Insistí e insistí tanto a Vipasa como a la asesoría. Vinieron unas seis o siete personas a echar un vistazo a mi casa. Cuatro llegaron a la conclusión de que habría que renovar el tejado entero. Muchos vecinos no estaban al tanto de todo esto; otros estaban a favor de aceptar una derrama y arreglarlo, pero no la presidenta de la comunidad, vecina y propietaria del segundo derecha, doña Sila, que a día de hoy se muestra reacia a aceptar la derrama.

Mientras tanto, nuestra 'lucha' con Vipasa no cesa. El 28 de diciembre les enviamos, vídeos y fotos; les pedí otra vivienda, así como una solución urgente a corto plazo. Solo recibimos mensajes automáticos: 'Buenos días, intentaremos agilizar su solicitud para poder darle respuesta cuanto antes. Un saludo'. El 19 de enero recibo un mensaje con un número de teléfono del departamento de comunidades. Llamé instantáneamente. Me respondió una mujer a la que le expliqué la situación. Incluso amenacé con denunciarles y exponerlo en los medios de comunicación. La mujer no solo me hablaba en un tono defensivo sino que no me escuchaba. Me dijo: «Le hemos enviado una carta». Y respecto a la avería del tejado, respondió que es la comunidad quien tiene que hacerse cargo del arreglo. Tras eso, no me dejó explicarme, me soltó dos buenos días rápidos y me colgó.

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La verdad que no sabía qué hacer. De repente me sentí como el maquinista del Titanic, a diez metros del iceberg y sin capacidad de reacción. En un intento desesperado, antes de emprender acciones legales y con el objetivo de que nos escucharan, ese mismo día me puse en contacto con EL COMERCIO.

Tras la gran ayuda y fuerza de voz que nos proporcionó el periódico, Vipasa reaccionó. El 22 de enero recibí un comunicado en el que nos ofrecía un «alojamiento provisional y temporal» hasta que finalizasen las obras, además de una llamada de María Montes Miguel, directora-gerente, en la que detallaba la dirección del hotel y los detalles del hospedaje. En un momento de la conversación, le explicaba que aquí no se podía vivir, a lo que ella respondió: «Ya lo sabemos, además nos interesa tener el piso correctamente ya que es propiedad de la empresa». Me aseguró que el alojamiento estaba cerca de nuestra casa. «A diez minutos». Aceptamos y colgué.

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A María Montes no le voy a decir que su hija o hijo menor circule por el polígono industrial Bankunión II, solo, a las 6.30 de la mañana. Pero sí se lo digo a ella: vaya cualquier día al hostal perdido al que quería enviarnos a las 6.30 de la mañana, sola, y dígame si de verdad dejaría que sus hijos lo hicieran.

También me gustaría preguntarle al presidente del Principado, Adrián Barbón: ¿Saldrá impune Vipasa tras esto? No entiendo mucho de política, ni de temas judiciales, pero creo que Vipasa ha quebrantado el artículo 47 de la Constitución: 'TODOS los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos'. Hemos vivido durante más de un mes y medio en esta situación. Por último, le quería pedir un favor. Que me respondiera a una pregunta, pero no como presidente del Principado sino como persona: ¿Permitiría usted vivir en estas condiciones a sus seres queridos?

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Para finalizar, nos gustaría agradecer cada llamada, cada mensaje, cada difusión, cada letra que forman las palabras de apoyo y ánimo que hemos recibido en estos días. Lo habéis cambiado todo. Personalmente al periodista Guillermo Maese y la fotógrafa Carolina Santos, de EL COMERCIO, por la implicación con nosotros desde el minuto cero. A Mar de Niebla, por haber estado siempre ahí y ahora con mucha más fuerza. A todas las asociaciones, ampas, personas... No sabéis lo que significa este despliegue para nosotros. Desde que empezó todo, nuestra propia familia rehuyó de ayudarnos. Ni se interesaron, al menos, la gran mayoría de ellos. Desde entonces, hemos cambiado. Cuando llegas a ese nivel, cualquier ayuda, por muy menudas que parezcan unas palabras de apoyo e interés por nosotros, a día de hoy, es oxígeno, fuerza para seguir luchando por estar juntos, en nuestro hogar.

MUCHAS GRACIAS A TOD@S.

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