Levanto la vista de la pantalla del ordenador y se me regala un paisaje imponente de barcos, diques, grúas, grandes depósitos cilíndricos o esféricos con ... fondo rural en Jove. Un desorden equilibrado en el que nada llegaba a disonar, nada se oponía a ese carácter áspero pero acorde a su contenido y su significado.
Publicidad
Bueno, pues ya no es así. Ahora, a la mirada inocente y distraída se le mete algo en el ojo, algo que molesta porque disuena con estridencia. Y es que están renovando la guarrada. En el extremo de Lequerica, en la misma Punta, sobre las piedras ciclópeas que conforman el dique aparecen unas tiras de estrepitosos colores rojos y blancos y otras figuras insustanciales abarcando toda la altura del muro y cobrando un protagonismo agresivo, grotesco y, por ello, absolutamente impertinente, y no porque el mural sea malo o sea bueno, sino porque es incompatible con el propio lugar, las grandes construcciones no se 'decoran' porque su escala tiende a ridiculizar el adorno, no se le pone un lazo al acueducto. Esto lo sabe cualquiera que haya tenido que intervenir con nuevos contenidos formales en el espacio público. Sabe, por escasa que sea su experiencia, que lo primero es entender el lugar, el más noble de los motivos puede no servir para según qué escenario, lo de las pistolas para el cristo. Quienes han decidido la babayada de Lequerica y quienes, en tal escenario, han proyectado una obra que embadurna la imponente preexistencia del dique no han entendido ni el abc de lo que están perpetrando: ni entienden el carácter del lugar ni entienden, sobre todo, que el lugar no es suyo.
No dudo de la buena intención de la iniciativa, pero visto el resultado es de lamentar la autonomía de gestión de que parecen gozar ciertos organismos como, en este caso, la Junta de Obras del Puerto. Porque no concibo que el Ayuntamiento haya sancionado tamaño error con su aprobación. Gijón ha sufrido en su imagen de excesos irreversibles. El que denuncio no lo es. Erradicarlo costaría mucho menos de lo que habrá costado implantarlo. Si no, cómo asumir que en Gijón el dinero público sirva, precisamente, para degradar hasta el ridículo la imagen del espacio público.
Señora alcaldesa, algo tendría usted que decir. Dispone de personal cualificado en lides urbanas, tómese el trabajo de consultarles. Y si precisa de atalaya panorámica para juzgar el estropicio estaré encantado de abrirle las puertas.
Publicidad
Gijón no tiene catedral, es asentamiento más industrial que levítico. No nos carguemos también ese carácter tratando de ponerle cascabeles.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión