Perdones
Nunca he entendido por qué el balance moral de la conquista de América suele establecerse entre la España actual y los descendientes de los conquistadores en lugar de entre estos y los descendientes de los conquistados
He escrito en alguna ocasión anterior que tiendo a ser un pesimista coyuntural y un optimista histórico. Por muy aberrantes que nos parezcan a los ... ingenuos algunas de las realidades actuales, nuestro tiempo es más civilizado y benigno que los anteriores, así en general, y no es esta ocasión de entrar en detalles. Así, por ejemplo, el ministro Albares, hombre disciplinado, pide perdón por la conquista española de Méjico y sus presumibles excesos. Está muy bien, siempre es estimable la conciencia lúcida de los errores propios, pero esa misma lucidez obliga a matizar al menos en un par de conceptos. Por una parte está el factor temporal que, sin apearse de la sana autocrítica, obliga a no olvidar el anacronismo que puede suponer juzgar hechos de un pasado nada reciente con los criterios morales del presente. No digo que no pueda juzgarse la historia, puede y debe hacerse, porque cuestiones como la esclavitud o el racismo, por poner dos ejemplos fáciles, por mucho que se contextualicen, no dejan de ser episodios que deben situarse en el lado oscuro, o menos edificante, de las civilizaciones. Así que sí, no está de más que alguien pida perdón por los excesos que la conquista de América pueda haber ocasionado. Pero el segundo concepto a matizar a que antes me refería es que tal vez el ministro Albares no sea el más indicado sujeto para ese acto tan noble como necesario. La misma presidenta mejicana puede ser persona más idónea. No tendría más que reunir a una representación de los actuales descendientes de los aborígenes coetáneos de Cortés y compañía que, afortunadamente, son muchos y muy variados, y disculparse sinceramente por posibles excesos de sus antepasados. De los de ella, no de los míos ni de los del ministro Albares que, con toda probabilidad no habrán participado en los hechos que se tratan. Y es que nunca he entendido por qué el balance moral de la conquista de América suele establecerse entre la España contemporánea, quiero decir actual y los descendientes de los conquistadores, en lugar de entre estos y los descendientes de los conquistados como sería más lógico y justo.
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Por otra parte, y ampliando el foco, lo que siempre ayuda a contextualizar, no sé si esa otra gran nación históricamente conquistadora, la Inglaterra de tantas hazañas memorables, ha pedido perdón por lo suyo, pero no me suena. Y el caso es que, casi, casi, puedo suponer por qué. El problema de esa hipotética petición de perdón es encontrar a quién pedírselo.
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