Dame un 'like' en el fin del mundo

En la película 'No mires arriba', nuestra supervivencia como especie y la de la Tierra dependen de las decisiones de alguien como Isabel Díaz Ayuso

Viernes, 31 de diciembre 2021, 01:19

Me imagino que a estas alturas ya habrán visto la película de Adam McKay 'No mires arriba'. Se ha convertido en todo un fenómeno. Igual ... están un tanto saturados de escuchar y leer críticas, comentarios, comparaciones, etc. sobre ella -y más ahora que todos llevamos un crítico de cine dentro; lo que pasa es que no ejercemos de forma profesional porque tenemos un trabajo de verdad-, pero hoy se acaba el año, este maravilloso y estupendo año (sí, es más sarcasmo) y no puedo dejar pasar la oportunidad de utilizarla para reflexionar sobre nuestro caminar por el mundo. Una reflexión seria. Una de verdad. Ya saben, de las que justo hoy, mirándonos en el espejo (del baño, como Mecano, o de dónde quieran, que la canción no es un prospecto) se hacen sobre nuestro últimos 365 días. En días suena a mayor pérdida de tiempo si eso es lo que más pesa en la balanza. Un año. 365 días.

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La película en cuestión me ha gustado, aunque... Hum... He de reconocer que he pasado miedo. Sí, lo sé, no es una película de terror, pero, envuelta de ficción y risas, nos relata una verdad hiriente. De ahí su capacidad para hacernos reflexionar. Refleja una realidad de las que duelen porque, lo lamento, es lo que tenemos, somos el problema. Nosotros. Los humanos. Uno enorme. Y vamos a morir todos, aunque «no olvides darle al 'Like' y suscribirte».

Y somos el problema porque somos cada vez más lelos y cada vez más manipulables. Así, no es de extrañar que sea posible que nosotros solitos seamos los causantes de nuestra propia extinción -cuando esta llegue, que espero que sea dentro de muchos años y no estar aquí para verlo-. La película, les voy a ser muy sincera, es como ver el futuro. Uno que, además, de ahí el terror que provoca, no se me antoja, ni un poco, distópico, sino real. Un futuro viable. Auténtico. Factible. Y vaya futuro de porquería, la verdad. Para que se hagan una idea, era como ver a Isabel Díaz Ayuso (o alguien de iguales características) gobernándonos a todos. El planeta entero, figúrense, entero, dependía de su capacidad (intelectual y moral) para sobrevivir. Nuestra supervivencia como especie y la supervivencia de la Tierra dependían de las decisiones de alguien como Ayuso. Incluso los más acérrimos admiradores de la madrileña, llegados a este punto y colocados en esta posición, sentirían terror. Puro y auténtico terror. Su vida depende solo de ella. Usted no puede hacer nada. Absolutamente nada. Y por si quedan dudas, en la película la ciencia advierte de la ya inminente destrucción del planeta por la llegada de un meteorito (nota sobre la estupidez humana: pedrusco gigante que avanza por el cielo y que se ve perfectamente, y que, aun así, hay quien niega), la presidenta de todos hace lo que acostumbra a hacer Ayuso. Esto es, mirar para otro lado, decir barbaridades o insensateces o ambas.

Y la población, es decir, nosotros, ¿qué hacemos? En fin... Cómo decir esto... Teníamos y tenemos de todo, pero tiramos a memos. ¿De verdad es más creíble lo que dice un bloguero negacionista cuyo cerebro consigue hacer tres conexiones al día, con suerte, que lo que dice un Premio Nobel? Al parecer, sí. Ya ven. Memos. Si bien, lo más aterrador de todo el film fue ver cómo, ante la negociación de unos y la estupidez de otros, se intenta salvar el mundo con cancioncitas. ¿Les suena? Cantar, aplaudir, bailar...

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Todo muy cuqui. Odio esta palabra. También la palabra brutal. Hoy en día todo es cuqui o brutal o brutalmente cuqui. Es un poco como los tacos. Cuando algo se pone de moda, se pone. Como la película, que ahora está de moda. Nos demanda que miremos más hacia arriba para evitar la extinción, para mejorar, pero, como cualquier moda, pasará y volveremos a mirar para abajo, a nuestro ombligo, que nos gusta más. No obstante, hoy se acaba este maravilloso año y yo les pido que miren hacia arriba. Háganlo. Hagámoslo. No tenemos nada que perder.

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