El mismo día que los zombies, siniestros payasos y vampiros varios tomaban nuestras calles, comenzaba en Suárez de la Riva la negociación presupuestaria para que ... esta Asturias nuestra tenga cuartos para el próximo año. Y comenzó como se esperaba, con la derecha diciendo al Gobierno de coalición de izquierdas que cholín choletas, que van aviados con ellos. ¡Oh, sorpresón! ¿Cuándo el PP (o el PSOE, cuando llega el momento) se aviene a aprobar las cuentas de su rival? Bueno sí, en diciembre 2016, cuando los populares que lideraba Mercedes Fernández le salvaron el presupuesto del siguiente año a Javier Fernández. La excusa oficial fue la rebaja del impuesto de Sucesiones. La extraoficial, el pago al favor que 'Javifer' le hizo a Mariano Rajoy imponiendo, desde su posición como presidente de la gestora de un PSOE que acababa de cargarse a un tal Pedro Sánchez, que los diputados socialistas facilitaran la investidura de 'emepunto, errepunto'.
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Pues en ese escenario del día de 'jalogüin' –que como todo el mundo sabe es una fiesta muy española, sí– nos encontramos. Con un PP diciendo que o se bajan los impuestos o que ellos no se sentarán a negociar; con su filial, Foro, no siendo tan rotundo, pero con las mismas intenciones, y con Vox, que en este caso, no cuenta porque el PSOE le excluye de la negociación.
Por lo tanto, a Adrián Barbón y a su socio, Ovidio Zapico, sólo les queda negociar los presupuestos con Covadonga Tomé, la diputada del grupo mixto que fue expulsada de Podemos y que lidera un nuevo proyecto político (Somos Asturies) parido por los purgados por la formación morada, desaparecida del mapa político asturiano. Tomé sabe que este año tiene la sartén por el mango. Ella, como el PP, tampoco está de acuerdo con la propuesta fiscal que plantea el Gobierno. Quiere, como, por cierto, también quiere el socio de Gobierno IU, que se suban más los impuestos a los que más tienen –como diría el entrenador del Getafe, eso se llama progresividad, papá–, frente a una derecha que quiere una bajada para todos. A Barbón y Zapico les tocará sudar, y mucho, la camiseta este año para lograr un acuerdo que, si se consigue, será casi sobre la bocina. No es fácil convencer a Tomé con cantos sirena y el PSOE tendrá que tragar algún sapo y mirando de reojo en clave interna, porque como bien es sabido las cosas no andan del todo tranquilas en la FSA, donde un sector influyente se ha cansado de concesiones al socio de gobierno y afines.
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