Metrotrenes, viales de Jove y otras criaturas mitológicas
En Gijón, villa de promesas ferroviarias y túneles inundados, hemos aprendido a leer los presupuestos como si fueran novelas de misterio
Hablábamos el otro día sobre el explorador galáctico Gurb, al que no podíamos explicar 30 años de retrasos en el vial de Jove y que, ... a este paso, se va a convertir en aficionado a estaciones centrales, o intermodales que es lo mismo, imaginadas hace 100 años y que solo así, en la imaginación, se entiende, tienen alguna existencia. Desde luego, le va a dar tiempo a empatizar con los gijoneses y saber de nuestros túneles, que no conducen a ninguna parte.
Publicidad
En Gijón, villa de promesas ferroviarias y túneles inundados, hemos aprendido a leer los presupuestos como si fueran novelas de misterio. Cada modificado de obra pública es un nuevo capítulo, cada estudio técnico una subtrama, y cada retraso una revelación: no hay voluntad de ejecutar, solo de entretener.
El metrotrén extendido a Cabueñes, ese unicornio de la movilidad urbana, ha vuelto a protagonizar titulares. Como siempre, no por avanzar sino por estudiar. Adif, con la solemnidad de quien vigila el Santo Grial, ha encargado nuevos estudios geotécnicos, dizque ha reforzado el túnel que se hace viejo sin ser estrenado, y ha contratado a la misma empresa que redactó el proyecto original, para volver a usar la prolongación a Cabuñes, una vieja excusa, para permanecer donde estábamos.
El vial de Jove, por su parte, ha sido pospuesto para las calendas griegas. ¿Casualidad? No hay quien se lo pueda creer. Lo que estamos presenciando es una coreografía institucional: cuando no se puede ejecutar, se estudia; cuando no se puede construir, se modifica; y cuando no se puede justificar, se redacta un informe. El modificado se ha convertido en el comodín perfecto: legal, técnico y políticamente inofensivo.
Publicidad
Pero no nos engañemos. Esta estrategia no es nueva. En Asturias, el modificado ha sido usado para tapar errores de planificación, para encubrir sobrecostes, y para maquillar la inacción. El Hospital Central, la autovía del Suroccidente, el propio metrotrén… todos han bailado al ritmo del modificado. Y siempre con la misma partitura: estudios que nadie lee, presupuestos que nadie controla, y plazos que nadie cumple.
Y lo más inquietante no es el retraso permanente, sino la normalización del engaño. Se nos ha enseñado a aceptar que los proyectos públicos no se ejecutan, sino que se gestionan en diferido. Que los túneles se perforan, y ahí se quedan. Y que los obstáculos naturales no se remueven, sino que se vigilan como si fueran sospechosos.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión