En mi concepción de la gastronomía, intento despreciar las palabras huecas, la cocina tibia y las verdades pétreas. Más bien trato de exaltar los sabores ... de siempre ante la progresiva pérdida de identidad que aqueja a la cocina moderna española, intentando ralentizar su imparable proceso de desnaturalización.
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A veces estamos tan enfocados en llegar a la meta que nos olvidamos de disfrutar el camino. Queremos todo rápido, sin pausas, como si correr fuera la única opción. Pero la verdad es que en esos momentos de calma, de frenos inesperados, es donde realmente aprendemos y vemos las cosas, grandes o pequeñas, con claridad.
Al menos esta es la conclusión a la que yo he llegado en casi cuarenta años dedicado a la gastronomía. Mi provecta edad me ha dado la oportunidad de escribir más de mil quinientos artículos entre guías, revistas y periódicos y de participar como coautor en la publicación de una serie de libros. Esto me hace identificarme con el ínclito Premio Nobel Camilo José Cela, cuando cuenta que en cierta ocasión una señora le dijo: «Usted escribe como el que mea». A lo que él respondió:» Si el que mea es prostático, tiene usted razón señora. Escribo muy despacio, tacho mucho y tacho de manera que no se pueda leer lo que queda por debajo». En mis artículos trato de plasmar la realidad que pasa por mi cabeza y sale lentamente, gota a gota, por mi mano derecha.
Muchas gracias a todos los que se hayan molestado en seguirme durante estos años. Ojo, que esto no es una despedida. Como insistía Felipito Tacatún, el célebre personaje creado por el cómico argentino Joe Rígoli: «Yo sigo!».
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