Toda una generación de profesionales de la hostelería está llegando al final de su vida laboral. Hombres y mujeres que han dedicado toda su existencia ... a la hostelería, sintiendo un profundo orgullo de su profesión, trabajando de cara al público con amabilidad y buen hacer, siendo herederos de toda una tradición que vivía la hostelería con pasión. El relevo, sin embargo, es inevitable y debemos prepararnos para él y pensar qué puede hacer la hostelería en un contexto laboral marcado por un aspecto tan fundamental como insoslayable: unas nuevas generaciones que no ven en la hostelería un futuro, sino una estación eventual.
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Sin embargo, la creciente digitalización del servicio puede suponer una doble oportunidad para los negocios hosteleros en el futuro. Por un lado, las nuevas generaciones van a ser nativas digitales, por lo que van a ser más rápidas y adoptar cualquier mejora de software introducida en el proceso, desde las nuevas formas de tomar las comandas hasta la creación de cocinas inteligentes y más eficientes. Esta reducción del periodo de aprendizaje, sumada a la digitalización completa del servicio puede conllevar una menor necesidad de mano de obra en la hostelería –en un momento donde ésta está en números rojos–, contribuyendo a su vez, a una mejor consideración social como destino profesional. Con esto enlazamos con el gran problema generacional que afronta la hostelería: una juventud que hasta ahora la ha visto como un trabajo de paso hacia destinos laborales que considera mejores. Una situación que tiene que ver con los salarios y los horarios, pero no sólo, ya que está muy relacionada con la percepción general en nuestro país del turismo y los servicios como un sector de poco valor social. Como decíamos, la digitalización de las cocinas y el servicio de sala puede ayudar a mover salarios hacia las incorporaciones al no ser necesaria tanta mano de obra, a la vez que hay que recuperar para los jóvenes ese orgullo de trabajar en estos sectores que ha tenido siempre la generación que en estos momentos está apurando sus últimos días de vida laboral. Parafraseando a Winston Churchill: «Cambiar no siempre equivale a mejorar, pero para mejorar, hay que cambiar».
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