La matanza de Gaza
No hay una guerra en Gaza, sino el exterminio de un pueblo a manos de un ejército invasor. Muchos países reaccionaron dignamente, como el nuestro. Otros, como EE UU, siguen en el letargo de la indolencia interesada
Más de cuarenta mil palestinos muertos en Gaza. Hay quien (utilizando un irritante eufemismo) habla de «balance provisional». Lo correcto sería decir 'asesinados en Gaza'. ¿ ... Pero son realmente cuarenta mil? ¿Y los miles de desaparecidos bajo las montañas de escombros? ¿Y los miles y miles que resultaron heridos en los bombardeos? ¿Y los mutilados? ¿Y los disminuidos por el hambre, los trastornados por la desesperación y el dolor y los convertidos en cadáveres andantes? ¿y los que están contrayendo enfermedades como hepatitis, meningitis, sarna o varicela a causa del asedio? ¿En serio que podemos hablar, sin que se nos agote la dignidad, de un «balance provisional de algo más de cuarenta mil muertos»? Hay miles de huérfanos, y hay cientos de periodistas, médicos, enfermeros y miembros de las organizaciones humanitarias que han sido asesinados. Lo que está ocurriendo en Gaza es una vergüenza para la humanidad, como lo fueron otros tristes acontecimientos a lo largo de la historia: la destrucción de Afganistán durante la invasión soviética; la campaña de 'tierra quemada de los alemanes en Namibia; la hambruna de Bengala bajo el Imperio Británico; la masacre de Haití contra los criollos franceses; el exterminio de los indios nativos en Estados Unidos; la conquista francesa de Argelia; la matanza de armenios por el Imperio Otomano; las 'limpiezas' de Stalin; la matanza de seis millones de judíos a manos de los nazis; la separación de los niños aborígenes de sus familias en Australia o la matanza de los hutus por el ejército tutsi en Burundi. Son sólo algunos ejemplos de una lista interminable que evidencia lo más miserable de la raza humana. Y detrás de cada uno de estos genocidios suele haber un líder criminal, una persona sin escrúpulos que ordena las matanzas con el consentimiento de una parte de su pueblo. En este caso, el nombre del miserable es Benjamín Netanyahu, acosado por la corrupción y sostenido por la extrema derecha. Me resisto a creer que el pueblo judío, que sufrió el mayor genocidio de la historia, apoye ahora esta masacre del pueblo palestino. Pero a lo largo de la historia hemos visto que muchos fueron los silencios culpables dramáticamente decisivos.
Publicidad
Se está produciendo ante los ojos del mundo la destrucción deliberada del pueblo palestino, mediante matanzas masivas o infringiendo a las personas (mayormente mujeres y niños) graves lesiones físicas o mentales o empujándolas a sobrevivir en condiciones inhumanas. Se destruyen viviendas, hospitales, escuelas o depósitos de agua. Todo esto se ajusta a la definición de genocidio de Naciones Unidas en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948.
Pero esto no es una guerra. No es la guerra de Gaza. Es la matanza de Gaza. En una guerra se enfrentan dos ejércitos (como ocurre entre Rusia y Ucrania). Aquí hay un ejército que destruye y asesina, que masacra a la población civil con la irracional excusa de que en ella se esconden los 'terroristas'. Y es cierto que hay sanguinarios terroristas de Hamás que asesinan y secuestran a inocentes. Pero imaginemos que un grupo terrorista secuestra un colegio con miles de niños, entre los que están nuestros hijos o nietos, y que con la excusa de acabar con el comando criminal se bombardea el colegio causando la muerte de los terroristas, pero también de los niños y de los profesores. Sería una decisión tan irracional como criminal y perversa. E maginemos que para terminar con los criminales etarras hubiéramos bombardeado pueblos y ciudades vascas con el argumento de que allá se escondían los terroristas. Pues así está ocurriendo en Gaza. Netanyahu comparó a los palestinos con los amalequitas, un pueblo que fue exterminado por Dios según la Biblia. Y uno de sus ministros afirmó que la operación continuará hasta acabar con los palestinos, que son un maldito pueblo de terroristas.
No hay una guerra en Gaza, sino el exterminio de un pueblo a manos de un ejército invasor. Muchos países reaccionaron dignamente, como el nuestro. Otros, como EEUU, siguen en el letargo de la indolencia interesada, levantando una mano para pedir «alto el fuego», pero entregando armas a Netanyahu con la otra mano. En otro requiebro torticero del lenguaje se habla de «cifra inasumible de muertos». ¿Y cuál sería la cifra asumible? ¿Puede haber paz en un territorio previamente ocupado y ahora masacrado? ¿Puede esperarse paz por parte de un gobierno que desprecia las resoluciones de los organismos internacionales? El exterminio está en su momento álgido, pero comenzó hace muchos años. Estoy leyendo al respecto el magnífico libro de Nathan Tharall ('Un día en la vida de Abed Salama') que os recomiendo. Es muy esclarecedor.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión