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Un okupa en la Moncloa

Hay que asumir con naturalidad por parte del PP que se va a gobernar con Vox, como el sanchismo gobierna con nacionalistas y herederos de ETA

Sábado, 15 de noviembre 2025, 01:00

El término okupa, con 'k' –lo que ya apunta a una transgresión, a un símbolo antisistema– hace referencia a la ocupación de inmuebles deshabitados con ... una motivación política o ideológica. En nuestro sistema, el okupa, a pesar de haber atentado contra el derecho de propiedad, a pesar de haber ocupado ilegalmente un inmueble, tiene derecho a ser escuchado en un juicio antes de ser desalojado. Entre la okupación y el juicio, pueden pasar años y mientras esto ocurre, el propietario del inmueble okupado debe soportar el pago de todos los gastos inherentes: agua, gas, luz, comunidad, IBI y derramas, en su caso. El mundo al revés. No es extraño que el sanchismo haya alentado este ofensivo, injusto y desesperante fenómeno, porque Sánchez se ha convertido en el okupa número uno del panorama nacional.

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Sánchez okupa La Moncloa en un claro acto de motivación política, sin tener derecho a ello. La Moncloa debería estar libre de okupas esperando que de las elecciones que deberían estar convocadas, surgiera un nuevo inquilino que limpiara las alfombras que rezuman corrupción por todas las esquinas. Hace tres años que no logra aprobar los presupuestos generales del Estado. Es más, ni siquiera los presenta, incumpliendo flagrantemente el mandato constitucional. No goza de la mayoría parlamentaria necesaria para legislar, única forma de afrontar y resolver los problemas que afectan a los ciudadanos. Sus socios más reaccionarios, los de la extrema derecha catalana, se han cansado de sus mentiras, de sus promesas incumplidas y de sus embustes. En Asturias tenemos un refrán que ejemplifica plásticamente, lo que está ocurriendo: «A todos los gochos les llega su San Martín».

Frente a esta situación vemos a un PP timorato, acomplejado, sin fuste. Vamos, lo que cabe esperar de un Feijóo que evidencia el galleguismo en su peor versión. Hay que asumir con toda franqueza que se va a pactar con Vox. Vox no lleva bajo sus espaldas ninguna mochila de asesinatos terroristas, no alberga ansias independentistas ni nacionalistas. Todo lo contrario, defiende la integridad de España, el respeto a los símbolos, la solidaridad, el feminismo bien entendido, el control de fronteras, una migración ordenada, la bajada de impuestos, el cumplimiento de la legalidad. Es una derecha mucho menos extremista que la que representan Junts o el PNV.

En mi mesa de despacho tengo los programas de todos los partidos políticos y los releo de vez en cuando. El de Vox, examinado sin recelos ni prejuicios, sería suscrito por el noventa por ciento de los españoles con sentido común. Hay que asumir con naturalidad por parte del PP que se va a gobernar con Vox, con la misma naturalidad con la que el sanchismo defiende gobernar con los herederos de ETA, con independentistas, con la extrema derecha más casposa y con los comunistas. A todos ellos, con la caradura que lo caracteriza, los califica como progresistas.

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Por cierto, la BBC ha obligado a dimitir a su director y a su equipo por manipular información. Si en España cundiera este ejemplo crecería el desempleo exponencialmente. Es la diferencia entre una democracia seria y la demagogia de un sistema subvencionado y sectario. Así nos luce el pelo.

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