¿Por qué tanto interés en arrinconar la Filosofía?
La Filosofía es la ciencia de las preguntas y al poder no le gustan las preguntas
Profesores y alumnos universitarios de Filosofía lanzan un grito unánime contra el despropósito del Ministerio de Educación por su decisión de arrinconar aún más a ... la asignatura de Filosofía. La nueva Ley resta peso lectivo a la materia, cuyo estudio pasa a ser optativo. La desconsidera, le resta importancia, la convierte en conocimiento insustancial, prescindible. El ministerio dice que la pelota está en el tejado de las comunidades, incluso de los colegios. Pero lo cierto es que, desde hace décadas y en todos los planes de todos los gobiernos, la asignatura de Filosofía fue perdiendo protagonismo hasta convertirse no ya en un actor secundario, sino en un figurante sin papel. ¿Por qué este interés de los poderes públicos en arrinconar la Filosofía?
La Filosofía no puede ser un soporte de consolación, sino una disposición a la búsqueda de la lucidez, del sentido de la vida y de la propia existencia. La Filosofía agranda las ventanas, nos abre los ojos. Es la ciencia de las preguntas y al poder no le gustan las preguntas, lo incomodan, lo cuestionan, lo obligan a argumentar respuestas. Las preguntas son los alimentos esenciales de los seres humanos. Para muchas de esas preguntas no obtenemos respuestas definitivas, pero el proceso mental de construcción de la pregunta, la necesidad imperiosa de formularla y la búsqueda infatigable de una respuesta hace efectiva nuestra educación y acelera nuestra madurez.
Las cuestiones que trata la Filosofía son esenciales, inaplazables, universales, permanentes: el motivo verdadero de la existencia, el gobierno de la razón frente al azar, la calamidad de la fortuna, los fundamentos y los ingredientes de la felicidad, el falso brillo de las riquezas, la austeridad como camino hacia la verdad, la insaciable avidez de la codicia, la esclavitud de las pasiones, la naturaleza corrupta del poder y las circunstancias que llevan a los más ineptos a ocupar los cargos más importantes, la futilidad de la fama, los fundamentos de la libertad, el extravío que provoca la ignorancia o la banalización del mal. Son solo algunos de los muchos asuntos de los que trata la Filosofía. El poder prefiere súbditos antes que ciudadanos, prefiere formar especialistas en materias concretas, a ser posible técnicas, prefiere ofrecer respuestas que puedan identificarse en un libro de instrucciones. La Filosofía se pregunta incluso por la naturaleza del ser que pregunta. ¿Acaso el poder nos prefiere mudos? ¿Acaso nos prefiere ciegos?
Creo que la Filosofía debería ser materia obligatoria de estudio, desde la adquisición del pensamiento simbólico (en torno a los nueve años) y durante los estudios medios y superiores, especialmente en el periodo final de la adolescencia e inicio de la juventud, que es el momento principal de la identificación con ciertos valores, la definición de caminos determinantes y la incorporación de preguntas y respuestas como ingredientes de la propia personalidad. Se trata de preguntarse (como asegura el filósofo Víctor Gómez Pin) si hay algún cimiento que dé soporte al ser mismo que interroga y eventualmente asumir que no hay más suelo que el entramado mismo del lenguaje en el que se da la interrogación,
Los niños aprenden a manejar un ordenador y a realizar en él operaciones matemáticas simples antes que a caminar, hablar o dibujar su propia imagen. Es como aprender una segunda naturaleza técnica, dejándolos atrofiados en el orden de la naturaleza primera, que es la base esencial y común de la futura vida en sociedad. Corremos el riesgo de crear monstruos de la técnica que no sabrán mirar a los ojos de los demás, que no podrán responder a una sonrisa, que serán incapaces de comprender una metáfora, que nunca sentirán la curiosidad de preguntarse quiénes son, cuál es la naturaleza de sus deseos o cómo se configuran sus pensamientos. Los poderes públicos, los gobernantes, los ministros de educación y todos aquellos que tienen el poder de definir los caminos de la educación conocen perfectamente la importancia de la Filosofía. Tal vez por eso deciden arrinconarla cada vez un poco más hasta conseguir que desaparezca. Y nunca ofrecen argumentos a su decisión. Hablan de horarios, de planificaciones, de diversificación y otras gaitas similares. Los verdaderos argumentos permanecen ocultos, son inconfesables. Pero los que aún conservamos la capacidad de hacernos preguntas sospechamos cuáles son esos argumentos.
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