Más o menos una vez al mes, dependiendo de los espacios disponibles, el ex presidente del Ateneo Jovellanos, Luis Rubio Bardón, organiza audiciones musicales muy ... al gusto de los ateneístas, de lo que da fe el público asistente, en su mayoría ateneístas de siempre que, por otra parte, ya vamos cumpliendo años y por eso disfrutamos de esa música que él recopila de la década de los sesenta/setenta y que luego nos ofrece quitándonos en la escasa hora que dura unos, digamos, treinta años.
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Así como suena, entramos un poco entristecidos por la situación que el mundo está viviendo y salimos reconfortados con una buena dosis de dopamina y con las endorfinas alteradas para bien. No dura mucho, la verdad, porque al llegar a casa tenemos la costumbre de ver las noticias y ahí de nuevo el ánimo se derrumba. Pero, que nos quiten lo bailado. Para bien o para mal, hablar de ateneístas es situarnos en una franja de edad bastante alta, esperar que al Ateneo asistan los jóvenes, creo que es una utopía; o, en todo caso, es desconocer la realidad. Desde siempre se habló de 'rejuvenecer' el Ateneo, de abrirlo a la juventud. Y una cosa es abrirlo y otra muy distinta poder ofrecerles a los jóvenes algo que sea de su interés. Basta con mirar alrededor, con ver cuáles son sus aficiones, sus preferencias y qué posibilidad tienen de interesarse por cualquier actividad ateneísta. Establezco aquí un límite, porque me consta que algún joven consiguió que el Ateneo publicara sus libros. Pero, ciertamente, esa no es la misión de un ateneo; porque, entre otras cosas, muchos ateneístas, de los de toda la vida, han publicado libros y no se les ayudó en nada. Lo dicho, cosas puntuales que responderán seguramente a razones que desconozco, pero que en ningún caso significa que los jóvenes en general muestren interés por el Ateneo. Sólo espero que no sean razones políticas. Y como dirían en el un dos tres, hasta ahí puedo leer.
Por otra parte, debo de felicitar, y aquí lo hago, a Álvaro Muñiz por hacerse cargo de nuevo de la dirección del Ateneo Jovellanos. Lo que no es óbice para que lamente que ninguna de las válidas mujeres que componen su junta directiva (la catedrática Socorro Suárez Lafuente, la sicóloga Isabel Menéndez Benavente, la escritora Cristina Álvarez de Cienfuegos, la poeta, Nieves Viesca, o la profesora Pilar Arranz) se animaran a coger el testigo. Todas ellas tienen una gran formación, justo la necesaria para dirigir una entidad tan señera como es el Ateneo Jovellanos. Siempre pensé que si el propio presidente les hubiese dado un empujoncito, podrían perfectamente ser hoy la segunda presidenta del Ateneo. Pero no ha sucedido. Así que larga vida al Ateneo Jovellanos y muchos éxitos, pero que no se pierdan nunca de vista las preferencias de sus ya mayores socios.
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