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2025 y el júbilo

Martes, 31 de diciembre 2024, 01:00

A estas horas que ustedes me están leyendo, el vetusto 2024, lento y casi exhausto está fichando para marcharse. Lo hace, como todos, con luces ... y sombras y no mira hacia atrás, porque le está vedado el regreso a todo lo que no sea entregar los trastos y apartarse al lugar donde quedan los tiempos pasados, como un jubilado que, desde ese lugar en la memoria donde reposan los recuerdos, mira lo que está por venir, acaso critica la juventud, y recuerda, permanentemente, lo mucho que ha hecho por nosotros y lo poco que, acaso, se lo hayamos agradecido.

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Y comienza 2025 con las incertidumbres de todo lo nuevo. No quiero que pensemos hoy en Paiporta, en la cesta de la compra, en el IPC, en los desahucios, en las tasas de pobreza, en aquellos que se han ido, en los que atraviesan un proceso de enfermedad, o en tantas cosas que harían que mutásemos el gesto. Tenemos un año entero para guardar un rato de nuestro tiempo para ellos y ayuda en lo poco que cada uno aporte. Un poco de todos es un mucho entre todos, ya saben.

Quiero que empecemos 2025 pensando en las cosas buenas. En todo lo que se nos abre cuando pasemos la primera página en blanco del calendario que usted tiene en la cocina, o usted sobre el escritorio.

Y el pretexto perfecto es lo que el pasado martes, día de Nochebuena, acaeció en Roma cuando el Papa abrió la Puerta Santa en el Vaticano, y otra, menos Santa pero igual de importante, en la cárcel de Rebibbia, para inaugurar el año Jubilar. En Oviedo, como saben, el año Jubilar tiene un protagonismo especial, como especialmente señalado es el lugar de la Catedral de Oviedo.

En esa Catedral, el Arzobispo de Oviedo (ajeno a polémicas sobre quién acude o no en esta ocasión, pues los fieles lo hacen libre y voluntariamente) celebró una misa para celebrar este evento, que se celebra cada 25 años y que se remonta al año 1300. Una breve procesión previa desde Santirso el Real y las campanas de esa catedral tañendo a fiesta grande a las 18 horas compartían espacio con la alegría de la Navidad y el mercado que ocupa la plaza, entre turistas sonrientes y sorprendidos.

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No venimos hoy a hablarles de religión. No pecaremos de fariseísmo. Solo quiero quedarme con que este año Jubilar tiene el lema de la «esperanza», que es lo más bonito que se me ocurre para cerrar 2024 y comenzar 2025. La esperanza de que todo nos va a ir bien. De que vamos a tener salud personal y de nuestra familia y amigos. Que vamos a tener un trabajo digno que nos permita vivir sin dispendios, mas sin limitaciones. Que el amor nos va a premiar siguiendo en nuestras casas. Que seguiremos contando cómo nos sentamos con amigos en una mesa para «compartir» lo que tengamos. Que el balance de cada una de nuestras actividades siempre tendrá un poco más de azul que de rojo (perdónenme en Gijón, no es un símil deportivo) y que, finalmente, dentro de 365 días, ustedes tendrán de nuevo un café delante, y este Diario Decano en que seguiremos compartiendo cosas juntos, con la «esperanza» de que cada día, es un poco mejor que el anterior y entonces se nos despedirá un vetusto 2025 que nos mirará de reojo con alegría por poder seguir viéndonos en nuestras cosas, que son lo más importante de cada día, de cada mes, de cada año que se va y el que se viene.

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