Degradación parlamentaria

Que las cámaras legislativas, todas, atraviesan una profunda crisis y que la sima entre los ciudadanos y sus representantes se acrecienta cada día, son dos hechos irrefutables. Desgraciadamente, el nuevo Reglamento del Parlamento asturiano no ayudará a suturar esa sima

Domingo, 2 de abril 2023, 01:19

En el último pleno de la legislatura el Parlamento asturiano ha aprobado un nuevo Reglamento para regular su actividad, derogando el que venía rigiendo desde ... el año 1997. Nuevas reglas para una nueva cámara. No se trata de una de reforma puntual, se ha aprobado un nuevo y completo Reglamento. No es una norma menor, una mera emanación de la voluntad coyuntural de la mayoría que en cada caso ocupe los escaños de la Junta General, ni mucho menos. Al contrario, forma parte de aquello que podríamos llamar nuestro 'bloque de constitucionalidad autonómico', que delimita, junto al Estatuto, el campo de juego de la actividad política en nuestra comunidad.

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Lo curioso, o quizá no, es que de esta reforma lo único que ha saltado al debate público y generado cierta polémica ha sido el portillo que se abre para que los diputados cesantes puedan cobrar una indemnización al perder el escaño. Debo aclarar que esa no me parece precisamente una reforma improcedente, existe en la mayoría de los parlamentos y encuentra su justificación en las dificultades que pueden surgir, y de hecho surgen, al reincorporarse el diputado a su actividad privada, si es que la tuvo alguna vez, claro está.

Lo que llama poderosamente la atención es la forma en que se ha abordado este cambio. Sin publicidad, sin debate, de tapadillo, en la última sesión de la legislatura y hurtando la información a los asturianos de lo que esta reforma encierra y pretende, imponiéndola a la nueva cámara que surja de las elecciones de mayo. La prisa ha vencido a sus señorías, los intereses creados a lo largo de estos últimos cuatro años han cuajado en un acuerdo transversal que dota de mayor solidez aún a ese 'statu quo' tan asturiano, donde priman la impostura y los intereses personales por encima de cualquier diferencia ideológica.

Un modo de proceder anómalo y extravagante en el que se ha hurtado la tramitación ordinaria y la intervención de la comisión ad hoc del parlamento, la de Reglamento, sustituyéndola por un fantasmagórico 'grupo de trabajo' que se dice ha mantenido numerosas reuniones. Lo curioso del caso es que ese grupo ha estado conformado no solo por diputados, muchos de los cuales han estado ausentes de sus reuniones, sino por asesores de los partidos, que son los que han llevado el peso de los trabajos y negociaciones y en los que la transparencia y publicidad de sus debates ha sido nula.

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Curiosa externalización política: se saca de la vía parlamentaria regular el trabajo con mayor trascendencia de la legislatura, luego se fuerza la tramitación para aprobarlo en lectura única, un procedimiento extraordinario reservado a leyes de sencilla formulación (nada que ver con esto), se limita el debate y la posibilidad de formular enmiendas y, luego, se somete a votación in extremis para dejarlo listo antes de que acabe la legislatura. Y alguno todavía se extrañará de que los asturianos no acaben pensando que todo esto solo esconde un interés puramente crematístico.

El acudir a procedimientos legislativos extraordinarios se está convirtiendo en costumbre. En esta legislatura de 23 leyes aprobadas en Asturias solo doce han seguido la vía ordinaria, ocho se han aprobado en lectura única y tres por procedimiento de urgencia.

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Pero la degradación de la vida parlamentaria también es cosa de comportamientos y actitudes. Una degradación que no parece encontrar freno y la Junta General en esta legislatura ha sido buena prueba de ello.

Nunca el Parlamento asturiano estuvo tan fragmentado, nunca la foto de la cámara al inicio y al final de la legislatura ha sido tan discordante, ni ha estado tan alejada de lo que votaron los asturianos.

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De los siete grupos parlamentarios iniciales, cuatro de ellos han cesado a sus portavoces y casi todos han sufrido purgas y escisiones. Llegando a darse el caso en Ciudadanos de purgar al único diputado que se mantuvo firme en la defensa del programa electoral, Armando Fernández-Bartolomé, y denunció las maniobras de transfuguismo de la dirección, ahora confirmadas sin que nadie se sonroje, para entregar la portavocía y la supuesta dirección del grupo parlamentario a una absoluta desconocida que ocupaba el séptimo lugar en la lista que votaron los asturianos. ¡Que pena de listas abiertas! Solo cabe una profunda sensación de tristeza al contemplar cómo aquellos que llegaron empujados por el viento de la regeneración y la nueva política, han malversado tantas esperanzas para acabar convertidos en el mejor ejemplo de la vieja 'ley de hierro de la oligarquía' de Robert Michels.

Que las cámaras legislativas, todas, atraviesan una profunda crisis y que la sima entre los ciudadanos y sus representantes se acrecienta cada día, son dos hechos irrefutables. Desgraciadamente el nuevo Reglamento del Parlamento asturiano no ayudará a suturar esa sima. Esperemos que al menos los nuevos diputados si estén a la altura de lo que representan.

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