Me ha recordado el Oviedo a esos primeros días de clase donde el alumno que llega nuevo al curso lleva un ritmo distinto al de ... sus compañeros. Es normal porque no sabe dónde están las clases, ni si quiera conoce bien los distintos accesos al patio y tampoco tiene la confianza para hacer las preguntas que le puedan surgir no vaya a ser que algún imbécil se ría de ellas. El Getafe era el repetidor del curso que se salía con la suya por su veteranía o su astucia.
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Alguien que controlaba a la perfección los límites de los profesores y conocía cómo hacer saltar a sus compañeros para que ellos parecieran los culpables. Sin embargo, hay que empezar a mirar más allá de lo que sucede en el terreno de juego. Y una de las realidades del equipo es la falta de gol y la dependencia de Hassan, que como un día le dé por coger un resfriado vamos a entrar todos al estadio más acojonados que los niños al tren de la bruja. Es indiscutible que el buen rendimiento de Costas o de Aarón, entre otros jugadores, son dos de las buenas noticias, pero a la hora de la verdad de lo que se trata el fútbol es de meter más goles que tu rival en noventa y tantos minutos.
Puede que algunos ya avisáramos hace tiempo de que el riesgo de guardarse un remanente para el mercado de invierno, teniendo peticiones expresas del entrenador para reforzar posiciones, era muy alto porque ponía en riesgo una parte importante de la temporada y en consecuencia la permanencia. Ojalá todos nuestros augurios nunca lleguen a materializarse, porque nada sería más injusto que escuchar cómo se pide la cabeza de Paunovic cuando los verdaderos responsables se sientan cada dos fines de semana en un palco que estudia cómo reforzar la plantilla en enero porque la realidad ha dejado por el suelo sus palabras. Espero que la sangre derramada de Nacho sea la única que veamos en toda la temporada.
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