Lo peor de creer que somos especiales es el golpe de realidad que te baja de esa nube. Por suerte, la hostia me la llevé ... hace años cuando el club dejaba mucho que desear en su trato con ciertos jugadores de la casa, pero parece que uno no aprende porque la marcha Paunovic me ha dolido demasiado. Deportivamente hablando el balance era positivo porque estábamos fuera del descenso a pesar de que el entrenador hubiera reclamado a la Dirección Deportiva la necesidad de refuerzos en la punta de ataque. Refuerzos que nunca llegaron, pero supongo que en algún momento alguien tendrá que explicar el motivo y asumir responsabilidades. Aunque lo evidente es que, si se hubieran ganado más partidos, a pesar de la gran dificultad del calendario, quizá esta decisión nunca hubiera llegado o lo hubiera hecho más tarde.
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Avisé en reiteradas ocasiones en esta columna que la falta de gol del Real Oviedo podría hacerle pagar los platos rotos a un entrenador que desde el minuto uno se entregó en cuerpo y alma y dignificó y limpio el escudo. Por eso no es casualidad que él nos regalara la mejor noche de nuestras vidas. Por eso no es casualidad que pasara a la historia de nuestro club. Por eso no es casualidad el amor que siente esta afición por un hombre que vino sin firmar nada más que unos partidos, que no le dio miedo meterse en la boca del lobo y que se mostraba sin caretas ni trampantojos.
Una de las canciones que más me gustan de la grada dice que pasan los años, los jugadores y los directivos, pero que la afición siempre seguirá al pie del cañón animando a su equipo. Pero es que desde hoy tu nombre permanecerá en la memoria del oviedismo para siempre. No se podrá enterrar ni matar el sentimiento de pertenencia que sembraste entre la afición y el banquillo. No se podrá dudar de tu compromiso con el oviedismo. Y, en consecuencia, tus tigres seguirán rugiendo cada partido en el Carlos Tartiere. Esta afición no perdona a los traidores, pero tampoco se olvida de sus héroes. Muchas gracias por todo y que tengas todos los éxitos posibles, don Veljko Paunovic.
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