Perder el rumbo

Hasta hoy. Las recientes declaraciones de la directora general de Universidades del gobierno autonómico considerando «estratégica» la apertura de la Universidad Europea, propiedad de los dueños de Idealista, y definiendo como complementaria la apertura de un campus en Gijón suponen un cambio de posicion incomprensible.

Por poner algunos datos encima de la mesa. En nuestro país existen en la actualidad 50 universidades públicas por 46 privadas. Mientras que el 80% del alumnado cursa algún grado universitario en alguna de las públicas, cuando hablamos de la formación postgrado, el porcentaje se vuelve al revés, de tal forma que más del 70% del alumnado cursa los estudios de máster en la privada. Se trata de negocio, claro.

Algún dato más: la matricula en la Universidad Europea, a esar de que no destaca por su calidad educativa, es doce veces más cara que la de Oviedo en carreras como enfermería y medicina, que tiene un coste de 145.560 euros en la institución privada, mientras que su nota de corte se sitúa en un cinco, lo que favorece que no estudie medicina quien más se esfuerza sino quien más dinero tiene. No hace falta señalar los casos más sangrantes de esta realidad que todos conocemos.

El verdadero problema que lacra la universidad pública, también la asturiana, es su infrafinanciación, que le impide mejorar su oferta formativa. Y es que la privatización de la universidad va en detrimento tanto de la calidad de la enseñanza y la investigación básica, como de su accesibilidad por parte de las clases más desfavorecidas. Algo que hasta hoy tenía claro el gobierno asturiano. No sé si es que las fuerzas políticas que lo componen han cambiado de opinión o, en materia de política universitaria, han perdido el rumbo.