Cosas del verano
Ahora que estoy plácidamente jubilado echo de menos con cierta nostalgia esa sensación de satisfacción que me invadía al llegar esta estación, que me permitía dedicarme de lleno a dos de mis mayores placeres: la lectura y la escritura
Estamos en verano y muchos de ustedes disfrutan de las anheladas y merecidas vacaciones. Si éstas coinciden con tiempo agradable, entonces mejoran el humor, el ... amor, el erotismo, la creatividad, la sociabilidad e incluso la autoestima de las personas; no diré que también incrementan la felicidad, porque como sostiene Žižek: «Lo que nos hace felices es no alcanzar lo que deseamos, sino soñarlo. Si quieres mantenerte feliz, solo tienes que seguir siendo estúpido». Ahora que estoy plácidamente jubilado echo de menos con cierta nostalgia esa sensación de satisfacción que me invadía cuando llegaba el verano, que me permitía dedicarme de lleno a dos de mis mayores placeres: la lectura y la escritura. Trasnochar aporreando las teclas del ordenador o sentado apaciblemente frente a un libro porque al día siguiente no madrugaba. Y si me encontraba en el campo podía prestar oídos al canto y al silencio del grillo que introduce secuencias armónicas de tiempo en las noches estrelladas.
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El primer objetivo para el periodo estival era preparar un listado de lecturas pendientes. Recuerdo un verano, ya lejano, que me propuse y logré leer 'Fenomenología del espíritu' de Hegel. Libro que se me atragantó en la facultad y me pareció infumable, pero sentado en una hamaca al sol, en la playa de Vega, lo pude digerir con ademanes de chamán.
Leer es un oficio que nunca se da por concluido. El final de un libro es como la expresión de un deseo (Alberto Manguel dixit). Me recuerda a aquella demostración de Zenón de Elea, que para apoyar los principios del poema filosófico de su maestro Parménides, sobre la imposibilidad del paso del ser al no ser y del no ser al ser, intentó demostrar la imposibilidad del movimiento mediante los famosos argumentos de Aquiles y la tortuga y el de la flecha. Paradojas que los lectores debemos aceptar. Leer requiere de una voluntad continua, pero no infinita y algún día de verano alguien se encontrará leyendo, en estos mismos momentos en los que sus ojos se deslizan por estas líneas que yo ahora escribo, la última frase de algún libro. Creerá que ha llegado al final de algo que no lo tiene.
No recuerdo quién relató que cuando le preguntaron al rabí Levi Itzjak por qué faltaba la primera página de cada uno de los tratados del Talmud babilónico, respondió que «era porque por más páginas que lea el estudioso nunca debe olvidar que aún no ha llegado a la primera». Esa seductora página que siempre nos espera, sobre todo tumbados en la playa un día de verano.
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Estamos en verano y Asturias es una fiesta. Al festival Metrópoli en Gijón, le siguieron la Semana Negra, el Gijón life, el Arco Atlántico y el Festival Boombastic en Llanera. Adentrados de lleno en agosto festejamos la Semana Grande. Los festivales y fiestas son propicios para los encuentros y el cortejo que el azar dispone a su antojo.Esos encuentros que son la esencia de la vida y nos muestran lo extraordinario. Es muy improbable que dos conocidos se encuentren en el mismo lugar del planeta y coincidan en el mismo instante y, sin embargo, algunas veces ocurre. Pero cada vez es más difícil encontrar a un conocido en un concierto de verano, entre otras cosas, porque ya no acudo a algunos de ellos con la regularidad que lo hacía.
No sé si llegados a una edad les pasa lo mismo a ustedes. A mí me entra una triste melancolía y caigo en la cuenta que soy mayor cuando leo el cartel de un festival y no conozco a ninguna de las bandas que tocan y siempre me consideré un melómano.
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Estamos en verano y no se olviden que las relaciones nuevas que hagamos no serán por tener un cuerpo retromaquinado y perfecto o por ser tan irresistible que todas las mujeres nos abandonan, sino que los vínculos que establezcamos se suelen conseguir a través de la palabra. Demostrando la habilidad o la virtud de saber escuchar y cimentar un atractivo discurso durante el ritual del cortejo, con sentido del humor, sin ser pesados y manejando con cierta maestría la inteligencia social.
Estamos en verano y para ir terminando el artículo no me gustaría olvidarme de la maldita autopista del Huerna, una muestra clara de la desigualdad territorial de esta España nuestra, por la que seguramente han circulado para entrar o salir de Asturias.
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Me parece una sinvergonzonería y un atraco a los viajeros que por circular por la única vía rápida de comunicación con la provincia de León, tengamos que pagar un peaje abusivo, y no se reduzca el precio del mismo ante la circunstancia adversa de los cortes de calzada, circulando entre conos en varias partes del trayecto. Alguna protesta tendremos que hacer como usuarios donde corresponda, aunque estemos de vacaciones.
Estamos en verano, pero pasará, y llegaremos a finales de agosto y poco a poco el fresco que corre por las noches será inequívoca señal que anuncia el declive del estío y el veraneante preparará resignado y afligido su regreso, sabiendo que algo importante de su vida ha quedado atrapado en unas vacaciones que siempre son efímeras. Los incendios los dejo para otro artículo. En fin, cosas del verano.
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