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Joan Font actuó en el Niemeyer este viernes. LVA
Crítica teatral

Comediants nunca venden humo

José María Caso

Domingo, 2 de noviembre 2025, 01:00

Joan Font, el director de la inexcusablemente histórica Comendiants, el grupo independiente catalán que ganando la calle en busca de espacios también triunfó en los ... teatros cerrados, trajo este pasado viernes al Niemeyer ese relato y el suyo propio. 'El vendedor de humo', que así es como llama al montaje en el que repasa su biografía primera y cincuenta años de Comendiants, tiene el humo inevitable del mago, sí, por el que llega y por el que se va el actor que dice ser Joan Font, primero cargando su equipaje, finalmente desnudo. Pero poco de vendedor tiene, a no ser que lo sea por las maletas con las máscaras de medio siglo y los aparejos del teatro, que no creo. Y mucho menos del sentido que se desprende de humo como complemento de vendedor.

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Así es que de mano estamos ante otra burla burlando 'Non plus plis' (1972) con o sin 'Sol, solet' (1979) para alcanzar, por ejemplo, el 'Bi, dos mundos, dos miradas' (2001) que aún se recuerda en Avilés. No vende humo, como tantos, el que devuelve al pueblo la máscara, la danza, el sentido del ritmo, la alegría y el llanto del pueblo después de reelaborarlo. Y los devuelve este vendedor de humo (sic) haciendo que los espectadores se adueñen del barco triunfal de 'El fuego de la fiesta' (1992). ¿Cómo? Pues pudiendo como pueden los grandes artistas con el juego del teatro, mostrando su idea de la realidad y levantando su reflexión en la calle o en el coliseo. « Subvirtiendo el espacio», definió aquel Joan Font al que los examinadores del sindicato vertical de artistas franquista aprobaron como «animador común, poco genio».

La voz como un susurro. Creo que su propia nota de dirección. La peripecia colocada en la quema de La Vinya de Lloret de Mar, la cueva del «drac» de la compañía. Es la historia de Comediants convertida en la fábula de un montaje teatral.

Con movimiento Jacques Lecoq, también resuena, a medida que avanza, Joglars, por citar anteriores, y L'om Imbrebís. Pero sobre todo, además de Lecoq, Eugenio Barba, que como Font descubrió el teatro en las fiestas religiosas y laicas de su pueblo. Por eso estamos tan agradecidos a Olesa de Montserrat. Por lo que les debemos a Comediants, que nunca venden humo.

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