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Gaspar Meana

El cupo catalán y los juegos de suma cero

Asistimos como espectadores obligados a un juego de trileros donde somos la parte engañada, pero quien maneja los cubiletes es experto en las artes del trampantojo

Sábado, 19 de julio 2025, 22:12

No voy a marear al lector con cifras y voy a tratar de contener mi indignación que es mucha. Simplemente, voy a resumir lo que ... es el denominado 'cupo catalán' y las consecuencias que tiene para el resto del país al cual pertenece este rincón olvidado y que no pinta absolutamente nada, llamado Asturias. Partamos desde el inicio. La Constitución de 1978 fue un poco como el reglamento de juego con el cual se intentó que hubiese una convivencia pacífica entre distintas ideologías y territorios, aunque con un alto precio. La Constitución ya fue redactada con bastantes concesiones a favor de los territorios vasco y catalán, lo cual ya fue el primer error, y diseña el Estado de las Autonomías para de ese modo intentar acercar los servicios y la gestión política al ciudadano. Quizá ese ya fue el segundo y descomunal error porque el estado autonómico fragmentó al país en diecisiete reinos de taifas, multiplicó hasta el infinito la burocracia y supuso un altísimo coste para el ciudadano, el cual ve que una parte importante de los impuestos que paga se destinan al mantenimiento de ese monstruo burocrático en lugar de ir a servicios directos que ese ciudadano necesita (sanidad, educación, etc). Pero, la cosa no paró ahí.

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A continuación se puso en marcha un sistema electoral profundamente injusto, donde cada voto no tiene el mismo valor y donde los votos de territorios nacionalistas tienen mucho más peso que los votos de partidos que están implantados en toda España (perdón por escribir esta palabra). Ese fue el tercer y descomunal error. Y de hecho, como buen botón de muestra, asistimos a situaciones en las cuales quienes deciden el futuro del país son quienes no quieren pertenecer al mismo. O sea, algo demencial. A partir de ahí, el azar dispuso un resultado diabólico en las últimas elecciones que permite que cualquier comunidad autónoma que tenga un partido nacionalista o propio saque gran tajada, debido a la extrema debilidad del gobierno. Llegados a ese punto, la ley se retuerce, se buscan recovecos de todo tipo para poder amansar a las fieras (partidos independentistas), ofreciéndoles «carne a su gusto, jugosa, abundante y tierna» y, así poder permanecer en el poder.

Al igual que no es buena idea ceder ante un chantajista porque el chantaje nunca finalizará, esos insaciables partidos piden más y más y así hemos llegado al denominado 'cupo catalán', que consiste en que Cataluña se quede con la totalidad de su recaudación fiscal, más mil otras prebendas de todo tipo, rompiendo el principio de reparto de los impuestos que recauda el Estado, el cual bajo determinados criterios (población, territorio, etc.) los repartía entre las distintas CCAA. Es decir, el principio de solidaridad inter territorial ya ha desaparecido, pero además de lo profundamente injusto que es la ruptura del mismo, lo que realmente es alucinante o, más bien, alucinógeno, es el intento de contarle a la gente que eso es extensible al resto del territorio y que todos pueden ganar. Y las pensiones serán el siguiente problema con la ruptura que se avecina de la caja única.

El problema actual ya se comenzó a fraguar con el pacto PSC-ERC del año pasado, que contenía ya la idea de 'financiación singular' y 'el avance hacia la plena soberanía fiscal de Cataluña', y de ahí procede todo esto. No obstante, conviene recordar que el País Vasco y Navarra gozan de un régimen fiscal aún más beneficioso. Para las comunidades autónomas pequeñas, con poca representación parlamentaria, sin fuerzas nacionalistas que saquen tajada de este mercado persa inmundo, les quedará poca cosa. Falta la sinceridad de llamarnos súbditos. La factura que se paga para contentar a los independentistas catalanes es una fractura para el estado español. Ambas palabras, factura y fractura, resumen lo que está pasando.

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Los lectores saben que me gusta dar un enfoque didáctico a los artículos y acercarles las ideas de economistas brillantes. En esta ocasión voy a mencionarles a uno que viene como anillo al dedo, laureado con el Premio Nobel de Economía de 1994. Estamos hablando del genio matemático John Nash (Virginia Occidental 1928, New Jersey 2015), que hizo grandes aportaciones en el campo de la Teoría de Juegos. Nash, diferencia entre los juegos de 'suma cero' y los que 'no son de suma cero' porque pueden generar sinergias multiplicativas. El caso del reparto de fondos estatales para las autonomías es un caso de libro de 'juego de suma de cero' porque el total que se reparte es una cifra fija y si una CCAA lleva más, las otras recibirán menos. Es decir, si Cataluña va a recibir mucho más dinero que hasta ahora, (y es obvio que si pide este nuevo sistema es porque va a recibir más), es evidente que queda menos para las demás autonomías, con lo cual sus ciudadanos vamos a recibir menos y peores servicios pagando los mismos impuestos. Curiosamente, se intenta explicar a la población que se puede realizar un reparto siguiendo la versión bíblica de la 'multiplicación de los panes y los peces', o dicho de otro modo, el dinero mágicamente se multiplica y hay más dinero para todos. Imaginen una partida de póker donde cada jugador parte con mil euros. Si un jugador al final de la partida tiene más dinero, es evidente que alguien lo ha perdido. Pues no, lo que se está explicando a la población es que todos pueden levantarse de la mesa teniendo más dinero que al principio. A mí me asombra la osadía de este argumento, porque implica considerar que el ciudadano tiene encefalograma plano y que carece del más mínimo poder de razonamiento. Asistimos como espectadores obligados a un juego de trileros, donde somos la parte engañada, pero quien maneja los cubiletes es experto en las artes del trampantojo.

Creo que hay que ser extremadamente fanático o carecer de todo tipo de raciocinio para no ver o no querer ver que este pacto fiscal o cupo catalán es perjudicial para el resto del país, y extraordinariamente negativo para Asturias ya que es una comunidad altamente vulnerable y que depende en gran medida de esas transferencias, las cuales van a disminuir, evidentemente.

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Desde la implantación del mapa autonómico actual, los grandes perdedores (basta con ver la evolución del PIB en los últimos cuarenta años) son Extremadura y Asturias, seguidas por Castilla y León. Los territorios con alto grado de influencia política, por tener muchos escaños y por tener partidos nacionalistas que defienden los intereses de ese territorio, han sido los grandísimos beneficiados y, curiosamente, son los más ricos. Peculiar forma de entender la solidaridad.

Si tuviera que definir con un refrán o un adagio popular la situación actual, y dado que están de moda las lenguas vernáculas, hay uno gallego que resume la situación. Dice así: «Mexan por nos e temos que decir que chove», («Mean encima de nosotros y tenemos que decir que llueve»). Lo triste es que hay gente que abre la boca.

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