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Europa sin locomotora

Domingo, 7 de septiembre 2025, 02:00

Europa está sin locomotoras que tiren de su economía. Por un lado, Alemania está totalmente estancada después de que la apuesta suicida por los coches ... eléctricos haya hundido al sector más importante de la economía alemana y favorecido la entrada de los coches eléctricos chinos en Europa. En cuanto a Francia, su alto déficit público de casi el 6%, unido al enorme peso y poder del ineficiente sector público francés, en manos de unos sindicatos que estrangulan su economía y plantean huelgas cada dos por tres para defender los intereses de los trabajadores que tienen las mejores condiciones salariales, hace que su deuda pública sea muy cuestionada, llegando a advertir el ministro de Economía francés Eric Lombard del riesgo de una intervención del FMI (Fondo Monetario Internacional).

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Europa ha llegado hasta aquí, sobre todo, por las siguientes cuatro razones:

1. Ningún país puede, de forma sostenida en el tiempo, consumir más de lo que produce.

2. Nada es gratis, ni en la economía, ni en la vida. Cuando la gente dice que la asistencia sanitaria pública o la educación son gratuitas, es una gran falacia. Lo que es gratis para uno, otros lo pagan.

3. Ser débil mata y Europa es muy débil en todos los sentidos. Es débil militarmente porque se acostumbró a vivir bajo el paraguas protector de Estados Unidos y ese paraguas ahora empieza a tener un precio alto, en forma del 2% del PIB que hay que dedicar a defensa. Es débil en cuanto a geografía humana porque es un continente envejecido, con una natalidad bajísima, lo que hace que su peso porcentual en la población mundial sea cada vez menor. Además, cuenta con grandes problemas de integración racial y religiosa. Es débil económicamente porque ya no es una potencia industrial, tiene una productividad baja y no es competitiva con los gigantes asiáticos que nos aplastarán despiadadamente. Y, sobre todo, es débil porque se ha instalado una especie de complejo buenista que ahoga y maniata a la sociedad, premiando a los incapaces y a los improductivos y castigando a los que sostienen todo este entramado, llamado cínicamente «Estado del Bienestar»… de algunos, habría que añadir.

4. Ningún país, familia o empresa pueden, de forma sostenida en el tiempo, gastar más de lo que ingresan. Cuando se gasta más de lo que se ingresa, hay cuatro caminos para afrontarlo:

a) Con ahorros existentes, procedentes de épocas buenas en las cuales se ingresó más de lo que se gastó. Eso no es lo que sucede en Occidente porque todos los países están brutalmente endeudados.

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b) Vender propiedades. En el ámbito familiar o empresarial eso es descapitalizarse y en el estatal se llama privatizar y ya se ha privatizado casi todo lo privatizable, con lo cual esa vía está cerrada.

c) Imprimir dinero, como hacían los reyes feudales para pagar los gastos fastuosos de su ofensivo estilo de vida. Realmente, tenían dos alternativas. Una abrasar a impuestos a los campesinos que malvivían, con lo cual corrían el riesgo de serias revueltas y otro camino más silencioso, que es imprimir dinero, generando inflación, con lo cual las víctimas volvían a ser los campesinos. La inflación, como siempre dijo el monetarista Milton Friedman, líder de la Escuela de Chicago, Premio Nobel de Economía del año 1976, «es un impuesto silencioso que lo pagan los débiles». En estos momentos, en el área euro no cabe la posibilidad de que cada país imprima dinero, aunque en el fondo el BCE es lo que hace 'de facto' cuando compra deuda pública.

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d) Pedir dinero prestado para hacer frente al déficit anual, consecuencia de la diferencia anual que hay entre lo que se ingresa y lo que se gasta. O sea, la deuda pública. Esa deuda pública que crece de forma vertiginosa tiene un coste por la carga financiera o intereses que hay que pagar a los acreedores y pese a que vivimos tiempos de tipos de interés muy bajos, la carga ya es cuantiosa. A medida que los países deudores tienen mayor volumen de deuda comienzan a aumentar las sospechas en los mercados respecto a un posible impago en el futuro y ese peligro o riesgo se traduce en intereses mayores que hay que pagar.

Esos temores se traducen en intereses más altos en la deuda pública francesa y en la de casi todos los países, excepto Italia que está demostrando gran solidez y credibilidad. La renta fija británica a 30 años se acerca ya al 6%, la española supera el 4,5%, pero ningún título de renta fija pública cotiza según la realidad del riesgo y la situación económica de cada país porque el hecho de que el BCE compre esos títulos cuando hace falta sostener el precio de los mismos desvirtúa totalmente el valor de la información que esas cotizaciones deberían dar. La desconfianza de los inversores hace que el oro y la plata batan récords cada día porque son valores refugio.

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Respecto al déficit público, el norteamericano Edward Presscott (1940-2022) y el noruego Finn Kydland (1943), laureados con el Premio Nobel del año 2004, siempre sostuvieron la conveniencia de establecer límites legales en la Constitución de cada país para prevenir los desmanes de gobernantes irresponsables que tiran el dinero ajeno, buscando el voto agradecido para mantenerse en el poder, apostando por la burocracia pública que ahoga al ciudadano y genera un gran gasto público.

El problema que se plantea con la deuda pública francesa es que si el BCE no interviene comprando títulos de deuda para mantener el precio alto y los intereses de dichas deuda bajos, los mercados de renta fija se van a derrumbar y si eso sucede, la bolsa irá detrás y el mercado inmobiliario podría caer con estrépito porque se encarece la financiación para los compradores. Y si el BCE compra deuda pública francesa y apacigua los mercados, generará inflación porque en el fondo lo que está haciendo es imprimir dinero o poner dinero en circulación y esa inflación puede ser muy difícil de controlar y nos hará aún menos competitivos respecto a los gigantes asiáticos.

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La ayuda del BCE, comprando esa deuda pública francesa, tendría otro problema, que es lo que los economistas denominamos 'riesgo moral', según la terminología acuñada por el escocés James Mirrlees, (1936-2018), Premio Nobel de Economía del año 1996, el cual advierte que «cuando las consecuencias de las conductas irresponsables de unos las pagan otros, se tiende a propagar esas conductas antisociales». Dicho de otro modo, los gobernantes sabedores de que el BCE actuará como red protectora tienden a generar más déficit público, con tal de contentar al electorado, con la casi certeza de que su caminar peligroso e irresponsable por el alambre no tendrá consecuencias, al menos en el presente. Y, como dice el saber popular, «el que venga detrás que arree», pero todo ello disfrazado de solidaridad. Pura hipocresía.

El Imperio Romano cayó por la burocracia y extrema descentralización, unido a su propia decadencia moral. Algunos emperadores, como Calígula y Nerón pasaron a la historia y no por sus virtudes. La historia se repite.

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