¿Se imaginan un combate entre dos púgiles y que los dos quisieran perder? Eso es lo que está pasando desde hace tiempo entre el ... euro y el dólar porque ambas economías (el área euro y Estados Unidos) prefieren una divisa débil para favorecer sus exportaciones. En el fondo, se trata de una forma sutil de proteccionismo comercial, con unos efectos semejantes a los que tiene el proteccionismo arancelario llevado a cabo por Trump, pero de un modo mucho más silencioso y discreto.
Publicidad
Desde su nacimiento, el euro mantuvo cotizaciones muy dispares respecto al dólar, aunque casi siempre por encima, llegando a cambiarse en julio del 2008, en plena crisis de las hipotecas subprime, un euro por 1,60 dólares. Por el lado contrario, al poco tiempo de nacer el euro llegó a cambiarse un euro por 0,80 dólares y a finales del año 2022 también el euro cotizó por debajo del dólar, cuando un euro valía 0,92 dólares. En el presente, un euro vale, aproximadamente, 1,17 dólares.
Los analistas financieros discrepan respecto al futuro de la cotización, aunque parecen mayoría los que ven un euro más fuerte, cotizando en torno a los 1,25-1,30 dólares. No obstante, la incertidumbre es muy grande, ya que tampoco hay consenso respecto a las perspectivas inflacionarias tanto en Estados Unidos como en el área euro, a lo que hay que añadir el probable relevo que se producirá al frente de la FED estadounidense, donde Jerome Powell podría tener los días contados, dado que no es muy proclive a seguir las directrices de Trump, el cual quiere una bajada radical de tipos de interés. También, la pérdida de protagonismo del dólar como moneda de cambio mundial y la pérdida de peso de Estados Unidos como faro económico y político mundial podrían debilitar al dólar en el futuro. En todo caso, lo que vaya a suceder en el futuro con la cotización entre el euro y el dólar es una gran incógnita, aunque los dos bandos desearían 'perder' en ese falso combate entre ambas divisas, para así poder fortalecer su economía.
La relación entre los tipos de interés y la cotización de una divisa es un tema muy controvertido, sobre el cual circulan teorías opuestas. Una breve y didáctica exposición, a grandes rasgos, sería la siguiente. En 1937 el británico John Hicks ideó el ya famoso modelo IS-LM, cercano al keynesianismo, basado en una economía cerrada. Dicho modelo fue divulgado por el norteamericano Alvin Hansen, vinculado a Harvard y se dio a conocer en todas las facultades de Economía. En 1972, Hicks recibiría el Premio Nobel de Economía. Posteriormente, el canadiense Robert Mundell y el británico Marcus Fleming lanzaron el modelo que lleva el nombre de ambos 'Mundell Fleming', el cual extiende la teoría de Hicks a una economía abierta, no autárquica. Mundell recibiría el Premio Nobel de Economía del año 1999 y sería padre intelectual del euro. El modelo Mundell Fleming sostiene que un país con tipos de interés altos atrae capitales, lo cual aumenta la demanda de la divisa de ese país y la aprecia respecto a otras. Es decir, el inversor ganaría doblemente. Por un lado, por la diferencia de tipos con la cual es remunerado su dinero y, por otro, por el efecto del tipo de cambio de ambas divisas. Ese razonamiento que parece lógico tiene como punto débil, que los mercados «tienden a igualar todas las alternativas», porque si no, habría apuestas ganadoras sin riesgo, una especie de tiro al blanco fácil y la economía y los mercados nunca han sido así.
Publicidad
En cambio, la Teoría de la UIRP (Uncovered Interest Rate Parity, es decir, Paridad Descubierta de Tipos de Interés) sostiene que, a la larga, la divisa del país que tiene los tipos más altos se depreciará respecto a la divisa que tiene los tipos más bajos para que ambas alternativas sean equivalentes para el inversor. En el fondo, ambas teorías pueden ser compatibles, de modo que a corto plazo los mercados reaccionen más según la teoría de Mundell-Fleming y a la larga según el modelo de UIRP.
La historia de la cotización del euro con el yen es muy ilustrativa. Un euro llegó a cambiarse por 100 yenes y en otros momentos por casi 200 yenes. Hace sólo tres años, el bono nipón a 30 años ofrecía una rentabilidad cercana al 0%, mientras que ahora ya supera el 3% y en ese periodo de tiempo el yen se ha devaluado fuertemente respecto al euro, pasando de cambiarse un euro por 120 yenes a los 172 actuales. Este comportamiento en el cual una subida de tipos de interés proporciona una mayor rentabilidad a los que invierten en Japón o en su deuda pública ha sido compensado, con creces, con una gran depreciación del yen, lo cual estaría apoyando la teoría de la UIRP. O sea, según el saber popular, 'no hay duros a peseta' y si una inversión ofrece una alta rentabilidad, cabe esperar que tenga alguna contrapartida negativa como el tipo de cambio, etc. En cualquier caso, los mercados tienden a sobre reaccionar, como siempre ha defendido el mediático economista norteamericano Robert Shiller, Premio Nobel de Economía del año 2013. El debate entre cuál de ambas teorías (la de Mundell-Fleming o la de UIRP) responde mejor a la realidad es un debate sin respuesta, porque la economía no es algo estático que permita sacar fotos fijas y compararlas.
Publicidad
Volviendo al boxeo, recuerdo que cuando estuve en Buenos Aires, en la parte exterior del mítico pabellón Luna Park, sede de combates históricos con protagonistas como Oscar Bonavena, Carlos Monzón o Nicolino Locché, en un mural figuraba una frase de Locché, aquel boxeador argentino atípico (estatura baja, brazos cortos, inteligente, aspecto avejentado incluso cuando era joven, pero dotado de una capacidad de esquiva inigualable en el mundo, hasta el punto de desesperar a sus rivales porque pese a que adoptaba una postura peculiar y burlesca con los brazos bajados, sus contrincantes eran incapaces de alcanzarle con sus golpes porque tenía unos reflejos portentosos, unido a un cuello extraordinariamente fuerte). La frase de Locché que ponía aquel mural decía: «Yo quiero ganar pegando poco y, sobre todo, que no me peguen nada». Por algo era llamado 'El Intocable'. Toda una filosofía de la vida la del mítico Nicolino Locché. El futuro de Europa no será mucho mejor que el final que tuvieron esos tres míticos boxeadores argentinos. Bonavena murió asesinado a los 34 años a la salida de un prostíbulo. Monzón falleció a los 53 años en un accidente de tráfico, mientras disfrutaba de un permiso ya que estaba en prisión por el homicidio de su pareja. En cuanto a Locché, murió a los 66 víctima de su adición al tabaco. Europa morirá por débil, improductiva y acomplejada, incapaz de pelear en el verdadero combate que es la vida. Un combate en el que hay países como China o India que sí quieren ganar.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión