No tengo muy claro quién asesora al ministro de Transportes, Óscar Puente; puede que algún 'dir com' imbuido por el espíritu de Gila con aquello ... de «¿está el enemigo?, que se ponga», pero, contraproponer construir un vial «en trinchera» atravesando Jove, anima a los vecinos a ponerse también un poco bélicos. Porque, efectivamente, Jove, La Calzada, El Natahoyo, El Muselín, Portuarios, Pescadores, Moreda y Veriña son ya una trinchera. La trinchera de Gijón que lleva años conviviendo y peleando contra la contaminación, el olvido y las promesas incumplidas. Pero mi intención no era hoy hablar del vial de Jove, aunque las declaraciones de Puente sean muy tentadoras y rocen la provocación colectiva. Quería referirme a otra de las trincheras abiertas en Jove: la de su hospital, ese que según el ministerio correría riesgo de hundimiento si se construyera el vial soterrado. Nada más lejos de la realidad. El único peligro real que atenaza a este hospital, cuya actividad lleva años concertando el Servicio de Salud del Principado a precio de saldo, es no poder gozar de la categoría que demuestra día a día con su quehacer profesional. Jove lleva años siendo el balón de oxígeno de la sanidad pública, 'desatascando' quirófanos y consultas de otros hospitales del Sespa. Haciendo una labor silenciosa, con menos dinero y personal que los públicos, como bien recuerdan sus trabajadores estos días desde esa otra trinchera de Jove a la que pocos están prestando atención.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión