La metáfora del baipás
¿Cuántos responsables, locales o autonómicos, no buscan un interlocutor ágil que desbloquee sus reivindicaciones más apremiantes, aunque haya que saltarse los órganos competentes para llegar más ariba? Aunque a veces, ni por esas. Pensemos que hablo de Gijón
Estamos de enhorabuena porque, aunque provisional, limitado y no exento de algún riesgo, ya tenemos abierto el paso hacia la meseta. Y dada la magnitud ... del desprendimiento, no puede negarse la eficacia y celeridad de la operación. El tramo alternativo, pegado al sepultado por la fana o argayu, ha acabado con un aislamiento que dejaba las comunicaciones exteriores de Asturias con el trasero al aire. Hace dos semanas reflexionaba aquí sobre la belleza, pero inoperancia, de la mayoría de nuestros puertos de montaña. Escribía Manuel Machado, pensando en un Cid exhausto, sobre «la terrible estepa castellana». Pero, a efectos de tráfico rodado, lo terrible no es lo que nos espera hoy en día allende la cordillera, sino la muralla natural que debemos superar para llegar a León o para regresar desde el sur. El obstáculo natural se salvó parcialmente con la autopista de Campomanes en los años ochenta del pasado siglo y por etapas. El ferrocarril, en otra obra colosal, lo acaba de hacer. Y ese es el vaso medio lleno. Un vaso de no poca capacidad, ciertamente. Pero sigue habiendo inseguridad, como vemos con harta frecuencia, cuando el ferrocarril sufre incidencias de salida o llegada o cuando la climatología cierra la red viaria u obliga al tránsito, peligroso, con cadenas. Estamos donde estamos y la incomunicación y nuestro húmedo verde nos han constituido en el innegable paraíso natural que disfrutamos y que, me temo, no vamos a tardar en socializar de forma masiva con quienes huyen de los rigores de la desertificación y de los barullos de la sobrepoblación urbana. Asturias, quizá la región europea mejor delimitada por la naturaleza, ha sido casi un tesoro escondido o, al menos, un destino minoritario de entendidos, curiosos y viajeros de paso. No es el caso ya y pongo un ejemplo: ¿quién, realizando el Camino Primitivo o el de la Costa, no repara en cada hito asturiano por tener la mente puesta en la llegada a la plaza del Obradoiro?
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Volvamos al Huerna. Tenemos ya un 'bypass' que recuerda la puerta estrecha del Evangelio, pero que es la salvación para el transporte de viajeros y mercancías, incluyendo el tráfico de turismos. Y digo, titulando este comentario, que ese paso transitorio, angosto y consecuencia de una desgracia, seguida de un esfuerzo hercúleo, tiene algo de metáfora para los asturianos.
La Real Academia Española, como es normal, prefiere la castellanización 'baipás', aunque chirríe su grafía castellanizada; pero, por respeto a la ilustre corporación, me aquieto a este término, apenas recibido por la prensa escrita. Y es que baipás tiene tres significados. Uno, médico («desviación que se realiza para salvar una obstrucción en un conducto anatómico, coronario o intestinal»). Una segunda acepción, que es la que parece encajar de lleno en la caída de la ladera, en el kilómetro 76 de la AP-66, que implica un «desvío hecho en un circuito o una vía de comunicación, para salvar una interrupción o un obstáculo»; es decir, una alternativa o variante a la senda normal. Finalmente, baipás, es, especialmente en algún país iberoamericano, el puenteo, «la acción de recurrir a una instancia superior» o, lo que es lo mismo, buscar una solución satisfactoria, muchas veces por influencias, amistades o contactos con los jefes de quienes deben decidir sobre nuestras pretensiones, obviando la lentitud del procedimiento ordinario o la previsible negativa a lo que pedimos.
Como decía, nuestra comunidad conoce –primera versión– reacciones análogas de supervivencia. ¿Cuántos sectores económicos en los que hemos puesto expectativas importantes han fracasado y han tenido que buscarse –esta misma semana, por ejemplo– soluciones alternativas a lo que no se va a implantar o, después de años de actividad, se abandona? No hace falta recordar el asunto del acero verde de ArcelorMittal y otras ilusiones sobre el hidrógeno adjetivado con ese color. Baste recordar el giro negocial ante algunas deserciones empresariales. Parece que en Salas las cosas van a salir bien, pero son muy numerosas las empresas que han dejado amplias factorías, queridas por la población de los concejos que las acogían, convertidas en solares.
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La segunda acepción, tan literal, es moneda corriente en el Principado. Tramos cortados de carreteras o vías ferroviarias; itinerarios alternativos o transportes sucedáneos y a veces penosos, en autobús.
Y, en fin, puenteos. ¿Cuántos responsables locales o autonómicos, no buscan un interlocutor ágil que desbloquee sus reivindicaciones más apremiantes, aunque haya que saltarse a los órganos competentes para llegar más arriba? Aunque, a veces, ni por esas. Pensemos que hablo de Gijón.
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