Urgente Un accidente provoca retenciones en la A-66 en Mieres

Orlas y venganzas estudiantiles

Ya se tienen en cuenta en la promoción del profesorado las valoraciones de los alumnos en la encuesta general de la enseñanza que todos los años se pone a disposición a docentes y discentes. Aunque hay trecho por recorrer

Sábado, 15 de noviembre 2025, 01:00

Esta misma semana he ido a un estudio fotográfico a posar para la orla de la promoción de Derecho 2022-26. Siempre es un halago ... que el alumnado, que vota al profesorado a retratar, se acuerde de uno y, en este caso, la fotografía era necesaria, tanto porque los negocios destinados a este fin suelen cambiar, cuando hace años eran casi un monopolio, como porque aún cambiamos mucho más quienes hemos dado clase desde hace un montón de años. Ahora, la digitalización inmediata permite obtener distintas tomas para seleccionar la que mejor o menos mal le pueda parecer a la persona 'inmortalizada' junto a quienes trató de instruir en su disciplina.

Publicidad

Esta anécdota personal es lo de menos. De la parrafada anterior me quedo con algo sabido y muy antiguo: los inminentes graduados escogen a los docentes que quieren que los acompañen en la orla. Digo que es algo añejo porque siempre ha tenido un componente de justicia y gratitud el ver, quizá enmarcado y colgado, junto a los compañeros de promoción, al buen profesorado que nos ha formado académicamente, abriéndonos la puerta de las vías profesionales. Pero, aunque es antigua esa decisión, democrática (siempre que participen todos y no un grupúsculo caciquil, lo que a veces ha ocurrido), hay muchas cosas que han cambiado. Miro para la orla de mi promoción y, para empezar, encuentro a casi todos los compañeros y compañeras que habían iniciado los estudios cinco años antes. Alguno se había quedado por el camino y otros nos han dejado prematuramente. Pero es que, de aquella, con menos masificación, había un solo grupo –a lo sumo, dos el primer año– y el concepto de promoción era casi tan rígido como las quintas de la mili. Ahora esto es ciencia-ficción pese a cursarse un año menos de carrera en muchas titulaciones. Hay numerosos grupos, para colmo cambiantes porque cada año se sortea la letra para la formación de los mismos y lo de las asignaturas llave es casi una reliquia con lo que cada estudiante se hace su propio plan, exagerando un poco. En resumen, que pocos empiezan y acaban juntos los estudios, a salvo la coincidencia de inicial del apellido y la fortuna en la superación de las materias.

Por lo antedicho, la formación de las orlas no suele contentar a todo el mundo, porque los matriculados van cambiando y entre todos han podido tener tres o cuatro profesores distintos de cada materia, entre los que elegir. Me comentaba una de las más brillantes docentes de mi centro que nunca había aparecido en una orla. Penoso, pero es lo que hay. E insisto que hay casos –ya cuando yo acabé la carrera– de pequeñas venganzas con malos docentes, malas personas o ambas cosas a la vez, que por desgracia existen.

Pero mucho más importante que esta revancha o pataleta gráfica con el profesorado incompetente, displicente o poco entregado al oficio, debería ser, propiciando, desde hace años, su cumplimentación a base de destinar parte de una clase a cubrirla. Voluntariamente, aunque algo ha mejorado la cosa, el interés participativo es muy bajo y aunque los ítems son variados e ilustrativos, hay quienes no reparan en que el mejor servicio que puede hacerse a la Universidad es valorar la calidad de sus medios personales y materiales. Yo he escuchado más de una vez a algún escéptico decir que trasladar a la autoridad, anónimamente, que un señor o señora es un desastre pedagógico, alguien que está desfasado o inaccesible ante las justificadas dudas de su auditorio, es estéril, porque ningún rector, decano o director le va a decir nada ni va a removerlo y sustituirlo de la noche a la mañana. A lo sumo, recibirá un boletín con calificaciones numéricas y muy gorda tiene que ser para que algo se mueva.

Publicidad

Tampoco es cierto y de hecho ya se tienen en cuenta las valoraciones de los alumnos en la promoción del profesorado. Aunque sí hay trecho por recorrer. Y naturalmente, si hay quien vete a un profesor en una inocua orla porque, simplemente le cae mal o lo suspendió con justicia, lo mismo y más puede hacerse en una encuesta donde ni siquiera hay que mostrar públicamente, ante los compañeros, la escasa o nula empatía con el proscrito.

Creo que falta diálogo entre estudiantes y docentes. A veces hay distancias insalvables y recorridos gélidos. Las tutorías no se concibieron sólo para resolver dudas, especialmente en vísperas de examen. Si se trata de formar integralmente a jóvenes, esa comunicación debiera ser muy fructífera. Pero podría contar con los dedos de las manos las personas que me han visitado en un lustro en mi despacho a tal fin. Pero es lo que toca. Ahora ya, lo digo con tristeza, ni es obligatoria la asistencia a un máster profesional.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

1 año por solo 16€

Publicidad