Hay libros que, además de contarnos una buena historia, nos prestan el excelente servicio de sacarnos de alguno de esos lugares comunes y esas toscas ... ideas recibidas con las que todos, sin saberlo, nos manejamos. Sirva como ejemplo 'El agente suizo', publicado en Galaxia Gutenberg por Enrique Faes, profesor de Historia Social y de Pensamiento Político en la UNED. Se trata de un ensayo histórico, una crónica o una investigación, como el lector prefiera denominarlo, sobre unos hechos poco conocidos, pero bien documentados, que acaecieron a finales de los años 50 del pasado siglo y que arrojan una luz significativa sobre las complejidades de la sociedad española de la época, aunque su protagonista sea un suizo, George Laurent Rivara, agente de la banca SBS —Societé de Banque Suisse—, en Ginebra.
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El libro, que se lee como una novela, por la pulcritud de su prosa y la destreza narrativa del autor, poco común en nuestra escritura académica, nos adentra en la fascinante trama que queda al descubierto cuando una mañana de 1958 la policía franquista detiene a Rivara en Barcelona. Como los agentes van a demostrar, el agente bancario suizo gestiona las inversiones en divisas de cientos de ahorradores españoles que guardan sus fondos fuera del país, lo que en la España de Franco representa una práctica ilícita: el cambio de divisas está intervenido por el Estado, que anda escaso de ellas, y a los particulares se les prohíbe poseerlas y más aún en cuentas en el extranjero.
La lista de los clientes de Rivara, que ante la evidencia que en su contra han levantado los agentes acaba confesando, y por una falta de diligencia en la privacidad de sus datos, desvelando las identidades de todos ellos, será publicada para escarmiento de los interesados y aviso a navegantes en el Boletín Oficial del Estado. Gracias a ella podemos conocer la tipología variopinta de los evasores de divisas, con alguna excepción gente bien situada a la que el régimen va a exponer sin piedad. Y el relato de Faes desmonta el estereotipo acerca de la ineficacia y la brutalidad sistemática de los policías de la época. Los investigadores que cazan a Rivara son tipos metódicos, hábiles e inteligentes que además logran que cante sin necesidad de tocarle un pelo.
Mención aparte merece la semblanza del propio Rivara, un hombre gris al que su indiscreción, que deja por los suelos la reputación de sigilo de la banca suiza, le arruina la vida y lo arroja a un triste final. Un drama que no sólo es el suyo, sino también el del país roto y empobrecido donde hacía negocios.
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