La noticia, de hace unos días, no dejó de sorprenderme como igualmente doy por supuesto que les ocurrió a los millones de personas que la ... conocieron a través de los medios de comunicación de medio mundo. «Muere una mujer de 80 años olvidada en una isla desierta durante una excursión de un crucero de lujo por Australia».
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Las informaciones posteriores detallaban que el crucero que realizaba, alrededor del país oceánico, un viaje de 60 días con un coste de 80.000 dólares para cada turista, atracó en una reserva natural y la señora en plena visita decidió pararse a descansar. En el momento en que los turistas volvieron al barco y este continuó su ruta nadie se dio cuenta de que la mujer, que viajaba sola, había quedado en tierra y cuando volvieron a por ella resultó ser demasiado tarde.
Las palabras de condolencia de los responsables de la compañía dueña del barco no se hicieron esperar, como igualmente tampoco tardó mucho en presentarse la demanda por parte de la familia de la señora fallecida. Coincidiendo con esta noticia quedo con una amiga que, al igual que la finada tiene también 80 años y me habla de sus viajes con el IMSERSO, y con una conocida empresa de autocares de esta región que organiza excursiones de corta duración, pero que a ella le han permitido conocer ciudades, y lugares, por un precio módico, (para quien pueda pagarlo), y en las que, afirma sin ningún átomo de duda, sería imposible que ninguna persona pudiese extraviarse y que ocurriese lo que se vivió en Australia pese a haber pagado 80.000 euros.
Para finalizar la conversación me dice que la última noche en Benidorm, antes de volver a casa, estuvo bailando en el hotel mientras la orquesta, versionando a María Dolores Pradera, en su canción hablaba de extravío.
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